Cerillitas y pichoneras

Guillermo Ferrández

FERROL CIUDAD

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24 oct 2011 . Actualizado a las 12:35 h.

Estas palabras resuenan como ecos lejanos al final de la memoria. Quedan pocos que las hayan oído y casi ninguno que las haya dicho. Estas dos reliquias de nuestra habla local señalan cómo era la sociedad ferrolana allá por los años veinte y se merecerían un estudio antropológico en profundidad.

Nos situamos en 1910. Con la llegada de los ingleses de La Constructora Naval a nuestra ciudad la vida social ferrolana da un vuelco sin precedentes, la Magdalena se confirma como el centro neurálgico de la burguesía comercial, consignatarios y suministradores de material naval fundamentalmente. Las diferencias entre el centro y los barrios periféricos se agrandan hasta el extremo que desde Esteiro y Canido se bajaba a Ferrol, como si Ferrol solo fuese la calle Real. Cafés, tertulias. casinos y teatros se convierten en el espejo donde se mira la sociedad ferrolana, todo el que se precie tiene que ser reconocido en esos ambientes. La diferencia de clases era brutal.

Cerillita era un término despectivo con el que los de Canido o Esteiro se referían a los pijos de entonces. Mario Cruceiro rescató esta copla que, con música de tango, se cantaba en aquellos años : Iba con papá y mamá/muy cerrada la boquita/dando el bracete a su hermana/por eso es un cerillita. Quizá el mote se debe a su delgadez y a su pelo engominado que recordaba a las cerillas.

Despectivo

También pichonera es un término despectivo. Se decía de las mujeres que querían aparentar lo que no eran y buscaban relaciones más allá de su clase social. La sociedad ferrolana nunca permitió estos desclasamientos y las apodó pichoneras por los sombreros de plumas que estaban de moda en aquella época.

Pichonera existe en el español y en América con el significado de gorra de caza: ella nunca olvidaría aquella gorra pichonera vestida para tapar una incipiente calvicie. Tiene además el significado de casa muy pequeña, como jaulas de pichones.

Cerillitas y pichoneras han desaparecido del paisaje de nuestra sociedad hace mucho tiempo, quién sabe si con esta crisis nos los volveremos a encontrar paseando por la calle Real.