Un cuartel estilo Pancho Villa

FERROL CIUDAD

Las instalaciones de la policía en San Xoán sufren numerosas deficiencias, y algunas hacen peligrar a detenidos y agentes

14 may 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

¿Han visto el cuartel de CSI ?, ¿sí?, pues olvídenlo. Este es el cuartel de San Xoán de la Policía Local de Ferrol, y el glamur y las altas tecnologías esperan fuera. No hay plantas acristaladas en San Xoán, pero sí un buen socavón a la izquierda de la entrada. «Es que pasa un río por debajo y está hundiéndose el piso», explica uno de los agentes que hizo de guía durante la visita, realizada este mismo mes. El río también «inunda la planta baja algunas veces cuando llueve», y para evitar daños en las armas, se guardan en cajones elevados sobre una tarima que esos días «parece un islote».

El coche fantástico

también era ficción. En San Xoán hay dos que se le parecen un poco, los nuevos que usan el jefe y los oficiales, pero los seis patrullas «son del año 2000», acumulan miles y miles de kilómetros y se averían hoy sí y mañana también. Todos presentan desperfectos, algunos casi surrealistas. La mayoría de las linternas no funcionan, los equipos de comunicación impiden sentarse bien, uno de los coches no arranca y otro carece de mampara para detenidos, en casi todos faltan los cinturones de atrás, los airbag «están desactivados en la mayoría tras varios accidentes», en todos ellos los asientos están hundidos, uno incluso los tiene soldados; y en varios, incluida la furgoneta del equipo de atestados, suele llover dentro.

La causa es que son vehículos «civiles», no diseñados de forma específica para su utilización por la policía, por lo que hay que instalar a posteriori los puentes de luces, que pasan de coche en coche desde hace «veinte años o más». La lluvia se filtra por los agujeros practicados en la carrocería para anclarlos al coche.

Las motos están bastante mejor, no llegan a los cinco años, pero también son motos comerciales y resulta chocante ver a los policías sobre motocicletas pintadas con rayos y los emblemas brillantes del fabricante.

El área de detenidos

Llueve en los coches y también llueve en la zona de arrestados. A través de un enorme agujero en el techo desde el que se ven las tripas del edificio. No es el problema más grave, el peor es la custodia de detenidos. Las cuatro celdas están vigiladas solo por cámaras situadas en el exterior. El tabique de entrada provoca que todas tengan puntos ciegos, en los que no se puede vigilar al reo.

Los policías aún recuerdan el último intento de autolesión, cuando un detenido trató de colgarse con la costura de un chándal y su compañero de guardia «se dio cuenta porque sacó un brazo haciendo cosas raras por delante de la cámara». Tampoco es posible vigilarlos directamente todo el día. «Lo único que se consigue es que se pongan muy nerviosos, a veces demasiado, y además deben tener derecho a la intimidad», explica uno de los agentes.

El equipamiento personal es otro de los motivos de queja. Uno de ellos enumera los objetos que ha tenido que comprar: «La linterna, la defensa extensible y los grilletes y su funda». Recuerda que los perdió corriendo tras un posible delincuente y tuvo que pedir unos nuevos «treinta veces» hasta que decidió comprarlos. Hay agentes que aseguran que antes tenían que llevar sus botas al zapatero (el Concello compró una partida recientemente) y que las de varios compañeros tenían «agujeros del tamaño de un dedo». En cuanto a las armas de fuego, señalan que el entrenamiento de tiro «está bien», pero algunos todavía tienen que usar revólveres (que quedaron fuera de la normativa), ante la falta de pistolas automáticas.

Usan teléfonos móviles además de radios, que «se quedan sin cobertura en el centro». Claro que «a la hora de pedir ayuda sería mucho mejor pulsar un solo botón que teclear, pero es bastante mejor eso que nada».

El cuartel, antaño el militar de transmisiones, es «demasiado pequeño y antiguo». El mobiliario «son retales de otras oficinas» y tiene tantos defectos como los coches. Hay sillas sin respaldo, algunas de «hace diez años», y, como las mesas y los armarios, de series diferentes. Las seis mujeres policía y sus compañeras de oficinas tienen vestuarios del tamaño del servicio de un bar, y con goteras.

Los policías que protestan contra el bipartito critican estos problemas. Pero reconocen que «la mayoría viene de lejos». ¿Por qué no protestaron antes? Un oficial subraya que no es solo una disputa salarial: «Esperábamos que un gobierno de izquierda apoyase a un cuerpo público como la Policía Local, y no que favoreciese la privatización de la seguridad. Ha sido algo muy decepcionante».