Sillobre, en Fene, se queda sin escuela

ANA F. CUBA FENE / LA VOZ

FENE

Los últimos alumnos del CEIP de Sillobre, con la profesora, el pasado curso
Los últimos alumnos del CEIP de Sillobre, con la profesora, el pasado curso CEDIDA

Con solo tres alumnos resultaba inviable mantener el centro, donde se han formado varias generaciones de vecinos de la zona desde los años 40

31 ago 2022 . Actualizado a las 12:18 h.

El Gobierno de la Segunda República proyectó la construcción de la escuela de Sillobre, parroquia de Fene de algo más de mil habitantes, que se ejecutó durante la Guerra Civil. En este centro, el actual CEIP de Sillobre, que cierra por falta de matrícula, se han formado varias generaciones desde los años 40. «Educación avisounos de que só había tres nenos e que se se chegaba a cinco podía continuar este curso, pero falamos coas familias, e por razóns de conciliación non se deron xuntado», explica el alcalde fenés, Juventino Trigo.

«Ao longo do curso pasado tivemos actividades, xornada de portas abertas, unha campaña para ver se había algunha familia interesada, pero ningunha formalizou a matrícula. Era a única unitaria que quedaba na zona. Se seguira aberta, eu estaría encantada, era como a miña casa... ten moitísimas vantaxes a nivel educativo, de atención aos alumnos, cun traballo personalizado e un vínculo moi estreito con eles e coas familias», subraya la vilalbesa Cristina López, docente del CEIP desde hace tres años. «Un lugar que perde o colexio morre un pouquiño, pasabas por diante e había vida», añora la maestra.

El bullicio no regresará este mes de septiembre al patio del colegio fenés
El bullicio no regresará este mes de septiembre al patio del colegio fenés

Juan Sarmiento, eumés de 80 años, se incorporó a la escuela, su segundo destino, en 1968. «Estuve doce o trece años. Cuando llegué había dos aulas, una de niños y otras de niñas, con 73 o 74 estudiantes cada una, y una de párvulos. Unos años después se dividieron, dos de niñas y dos de niños, y más adelante ya se hizo mixto. Daba todas las materias, menos las especialidades, y a todos los cursos, desde enseñar a leer hasta octavo de EGB», recuerda. Y al finalizar las clases comenzaba la pasantía: «Cobraba 50 pesetas al mes por una hora al día de clase a cada alumno».

Sarmiento compartió escuela con su mujer, Isabel Viña, también maestra, y con sus hijas. «Formé a muchísima gente... estábamos muy implicados también en la parte cultural de la parroquia, con el médico don Demetrio, había una entidad cultural, se hacían exposiciones...», repasa. «Qué pena que la cierren, para mí fueron unos años maravillosos —evoca—, a nivel pedagógico las unitarias eran muy positivas. Al principio no tenía ni automóvil e iba en el coche de línea y a veces en un camión de la cantera». Antes que él había estado «don Luis, muy buen profesional». «Preparaba muy bien a los niños para entrar en Astano, fue muy querido, era complicado tomar el relevo», admite.

Con don Luis estudió Eulogio Sixto, Logito, vecino de Sillobre de 68 años. «Entrei aos seis anos sabendo ler e escribir, sumar e restar, daquela había moita natalidade e eran máis de 70 por clase», cuenta. «No recreo faciamos a táboa de ximnasia sueca, exercicios sinxelos, xogabamos no patio de atrás... Había un hornillo eléctrico onde o profesor quentaba a comida e ás dez facíamos unha pota de leite en po, do que viña de Estados Unidos nuns sacos grandes; un ano antes mandaran tamén queixo», rememora.

Logito también menciona las clases particulares, «de cinco a sete, para os aprendices de Astano e Bazán, e para estudos superiores». Relata cómo el maestro utilizaba el encerado para explicarles acontecimientos de relevancia como el primer viaje al espacio, con el cosmonauta Yuri Gagarin, o la construcción de la primera central nuclear en España, en Almonacid de Zorita (Guadalajara). «É triste que peche, claro... antes houbera outra escola alí cerca, onde foi meu pai, e unha de nenas no lugar de Orra».