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En la comarca hay varios surtidores sin uso que suponen un peligro medioambiental
08 may 2018 . Actualizado a las 11:36 h.A un paso del teatro Jofre, en pleno barrio de A Magdalena, hay un elemento que, sin uso, queda lejos de ser embellecedor. Un surtidor de gasolina, que dio servicio durante muchos años y a mucha gente, permanece en pie. En su pantalla, de hecho, todavía se puede leer el último precio por litro que marcó de gasolina de 95 octanos, la única que expedía. Ocupa una isleta entera, con una pequeña caseta incluida y el cartel de Repsol, la última petrolera de la que fue cliente, no se ha movido de allí. Está en la avenida Irmandiños, al salir de la rotonda de la plaza Galicia.
Este es solo un ejemplo de los cementerios de gasolineras que hay salpicados por la comarca y que, según los profesionales del sector, cada vez serán más. La última estación de servicio en unirse a la lista fue, este mismo año, la de As Pías, que era una de las más concurridas en los noventa, pero a la que la apertura de la autopista y de otras instalaciones cercanas acabó ahogando.
Más allá de ser un feísmo para el entorno, estos esqueletos suponen un problema medioambiental en la mayoría de los casos. Los propietarios, una vez han decidido el cierre, deben inertizar los tanques y, a poder ser, rellenarlos con arena, de manera que si se pudre no provoque hundimientos en la zona. Así lo traslada Benigno Redondo, presidente de la Federación Gallega de Estaciones de Servicio, entidad que se encuentra precisamente en este momento realizando un censo, a nivel autonómico, de los surtidores activos y sin uso. «Hay probablemente más de una estación en la que no se ha llevado a cabo esa desgasificación», alerta, y valora que «cada vez hay más cerradas, es un tema preocupante».
Campolongo y As Lagoas
Una de las gasolineras fantasma más llamativas es la que se encuentra en la carretera nacional hacia A Coruña a la altura de Campolongo (Pontedeume). A un lado hay una estación de servicio a pleno rendimiento, mientras al otro lado de la vía queda el rastro de otra que dijo adiós hace tiempo. Unos conos y unos pivotes cortan el acceso a la misma, aunque el óxido que se aprecia ya avisa de que mucho combustible no debe de quedar.
Otro ejemplo en la comarca se encuentra en el polígono de As Lagoas, en Narón, en el que ya no existe ningún surtidor. El que había cerró enfrente de Automóviles Alca, un concesionario que era de los que más utilizaba el servicio. En esa estación de servicio, eso sí, hay más vehículos que antes, ya que ahora se utiliza como aparcamiento.
Y aunque la tendencia es que las gasolineras de siempre vayan desapareciendo, también hay firmas como Ortegal Oil que rompen esa dinámica. Esta cadena, que cuenta con un total de catorce puntos de combustible, acaba de abrir uno en Goente (As Pontes), donde aprovechó una instalación existente. Lo mismo hizo hace ya varios años en Rego da Moa (Fene). «A pesar de ello, el sector lo veo muy mal. Hay mucha competencia y poca rentabilidad, las petroleras dominan el mercado», explica Antonio López, gerente del grupo.
En zonas como A Gándara y Río do Pozo han florecido las gasolineras de bajo precio, aunque ya hay alguna que está sopesando el cierre. Al final, el hecho de que se junten tantas en un espacio tan reducido no está beneficiando a ninguna. «El futuro vendrá por la concentración en pocas empresas y la austeridad, esta guerra de precios es insostenible», concluye Antonio.