Con 30 años, Alicia Aneiros dejó su trabajo de auxiliar de enfermería para suceder a su padre como sepulturera
15 may 2022 . Actualizado a las 18:20 h.
En la entrada del cementerio parroquial de Lamas, en San Sadurniño, hay un mensaje algo inquietante: «Pasajero, detente un poco, según te ves me vi y según me ves te verás». A Alicia Aneiros, de 33 años, le hace reflexionar: «Trabajar de enterradora te ayuda a valorar más la vida». Esta joven dejó su trabajo de auxiliar de enfermería en el Complexo Hospitalario Universitario de Ferrol (CHUF) para continuar con el oficio de su padre, José Manuel, Lolo de Aneiros, sepulturero durante casi 34 años.
«Somos de Lamas e eu empecei aquí e despois fun collendo outras parroquias, ata catorce ou quince, de San Sadurniño, Moeche, Cerdido, Ortigueira... teño ido a Ferrol, A Capela, Ourol...», cuenta este albañil retirado de 74 años. Él empezó construyendo nichos y al jubilarse el enterrador fue tomando el relevo. «Cando parei tiña 67 anos, despois estivo un dos Casás [Cerdido]...», recuerda. Hasta que su hija, que también había estudiado un ciclo de auxiliar administrativo, se planteó renunciar a su empleo y darse de alta como autónoma. «El día que se lo dije a mi padre fue uno de los más felices de su vida, está muy contento», comenta Alicia. Ella también: «Me parece que tengo mucha fuerza y valentía para hacerlo, no todo el mundo vale para esto, me siento honrada y muy orgullosa, sobre todo por haberme quedado con el trabajo de mi padre. Por eso me decidí, y porque me permite tener más disponibilidad».
Alicia, la menor de cuatro hermanas, ya conocía los rudimentos del oficio: «Iba muchas veces a ayudar a mi padre, tocaba la campana... ya estaba acostumbrada». Lleva tres años pisando casi cada semana algún camposanto y aún hay quien le dice: «Neniña, non encontrarás outro traballo!». Está convencida de que acertó con el cambio, aunque de esto solo no se vive. Todo lo aprendió de su padre. «O primeiro é limpar o nicho, hainos baleiros e outros con restos, retíranse e van ao cinceiro ou con outro defunto. Cando hai unha incineración métese a furna ao pé da caixa», describe Lolo de Aneiros. Extraer los restos significa «separar as cinzas, e metelas nuns sacos especiais, da madeira, que se leva a un punto limpo». «Non todos os corpos se conservan do mesmo modo, teño visto de todo e pasar sen durmir e sen comer, sobre todo ao principio», confiesa.