Despido del obrero furibundo de una planta de Cedeira: «Te voy a matar, nos esperamos en la parte de atrás y nos damos»

Bea Abelairas
Bea abelairas FERROL

CEDEIRA

Palacio de Justicia, sede del TSXG, en A Coruña
Palacio de Justicia, sede del TSXG, en A Coruña EDUARDO

Lo acusan de acudir a envasar pescado bajo el efecto de las drogas y los compañeros eran la diana de sus ataques

17 sep 2024 . Actualizado a las 23:57 h.

Le dieron una nueva oportunidad, pero la conducta del trabajador de una planta de pescado era tan furibunda que terminaron despidiéndolo. La sala de lo social del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) acaba de confirmar esta medida sobre un hombre que trabajaba como empacador en una empresa con varias sedes en la provincia. Una de ellas se encuentra en Cedeira, precisamente este fue su último destino. El trabajador acudía habitualmente sucio, desarreglado y exigía de malos modos que su música sonase muy alta. «Te voy a matar, nos esperamos en la parte de atrás y nos damos», fue una de las amenazas que dedicó a un compañero.

La carta de despido que le enviaron describe algunas jornadas en las que creó más problemas: «Se enfadó y se fue de la empresa durante tres cuartos de hora. Al volver, empezó a trabajar a desgana, haciendo tareas diferentes a las que se habían acordado, hasta que llegó al centro de trabajo su novia, también empleada de la empresa en otro centro de trabajo, empezando a hablar con ella y molestando a los demás compañeros». Ese día una responsable acudió a la zona donde estaban para pedirles que dejasen de molestar, pero el hombre se enfrentó a ella clamando: «Si te dice algo a ti, quemo la nave y la quemo a ella», una amenaza que escucharon «prácticamente todos los empleados de la empresa».

Recurrió al TSXG

Este obrero formó parte de la plantilla desde 2017 a 2023. Precisamente durante este último año generó más conflictos en su entorno, hasta que terminaron echándolo. Un juzgado de lo Social de A Coruña confirmó el despido, pero el hombre recurrió al TSXG, que también considera que se trata de un despido disciplinario, tras repasar muchos de los episodios violentos en las plantas de Bergondo y Cedeira.

En otra ocasión se enfrentó con un compañero y le gritaba: «Echadme, que es lo que queréis». Al instante empezó a correr tras el citado compañero para agredirlo y tuvieron que intervenir otras personas. Ese día los responsables trataron de hacerle entrar en razón y le recordaron que ya había abandonado su puesto de trabajo en cuatro ocasiones. De hecho, le ofrecieron firmar su dimisión en las oficinas. El trabajador llegó hasta las oficinas, pero sufrió una crisis: «Salió de la empresa y se puso a llorar, completamente fuera de sí, claramente bajo la influencia de drogas, abandonando definitivamente la empresa sobre las diez de la mañana». Cuando el administrador se enteró de todos los detalles, le propuso cambiarle de centro de trabajo para tratar de reconducir su situación, aunque en vano. Días más tarde volvió a discutir con los superiores. Se presentaba cada mañana «sucio, sin uniforme y se enfrentó a los compañeros. Quería poner música alta y los compañeros le pedían que se tranquilizara, que no podía poner música y que no podía irse a tomar un bocadillo cuando quisiera, sino que tenía que esperar a que llegase la hora para ir al descanso».

Uno de los muchos testimonio que recogen el fallo que confirma su despido habla que de pasaba de la euforia a la tristeza, «influido por el consumo de drogas, poniéndose a cantar, saltar, a discutir con los compañeros, ausentándose de su puesto como seis veces a lo largo de la mañana, manipulando el pescado incorrectamente, tirándolo a las cajas o molestando a otra trabajadora de la empresa».