De procesión en Cedeira: «No mar, en situacións complicadas, acórdaste da virxe»
CEDEIRA

Marineros y turistas vivieron con emoción la travesía marítima
17 ago 2023 . Actualizado a las 13:01 h.Las sirenas de los pesqueros dieron la bienvenida a la imagen de la Virxe do Mar, en procesión desde la iglesia, al puerto de Cedeira, en una mañana gris y algo fresca en el puerto. En la punta del muelle (viejo), Manolo Pedreiro y su nieta Salomé despedían al Seilán, el barco familiar que se sumó a la travesía. «Xa hai cinco anos que me xubilei. Se por min fora aínda seguía, encántame o mar, ás veces dígolles aos fillos que me leven na lancha. Hoxe van ata debaixo do monte de San Antonio, e alí botan unha coroa á auga», relataba, en tierra, mientras la pequeña repetía «abuelo, vámonos a la fiesta».
Manolo empezó de chaval: «Con doce anos xa argallaba cun aparello, andabas cunha peza ou dúas de volantillo e collías tres ou catro corbelos, e dábanche para ir comprar un xeado ou un refresco». Sigue emocionándose al paso de la imagen: «Bótaslle un rezadillo [...]. No mar, en situacións complicadas, que sempre pasan, aínda que sexas ateo acórdaste da Virxe do Mar».
Juan Rey, también cedeirés, se enroló por primera vez con 14 años: «Andei a todo e xubileime na mercante. E teño levado a imaxe varios anos, no Segundo Galicia, un volanteiro». Este año, el elegido ha sido el Le-Ressac, un volantero que faena en Gran Sol, de bandera francesa y armadores locales. «Antes ía nunha embarcación cada ano, agora vai na máis grande porque entra todo o mundo», apuntaba mientras la imagen se iba aproximada al espigón. Carmen Lorenzo aclara que, antiguamente, cuando la flota que hoy mengua crecía cada año, «a virxe ía no pesqueiro máis novo».
«Antes te montabas en cualquier barco», evoca Paloma, ferrolana de 60 años. Apostada al pie de la barandilla del muelle, observaba con emoción la salida del Le-Ressac con la virgen a bordo. «Mi padre es de Cedeira y pasábamos los dos meses de verano aquí. El día de la procesión oíamos pasar la banda y salíamos corriendo, veníamos al límite y subíamos en algún barco. Este año decidí venir por las fiestas y estoy viviendo cosas que me recuerdan momentos muy bonitos... venían nuestras amigas, nos juntábamos doce adolescentes en casa, echábamos los colchones al suelo y algunas dormían en colchonetas hinchables. Lo pasábamos bomba... era la libertad que no tenías en Ferrol», relata, emocionada. De fondo se oían las sirenas.