Hosteleros de Ferrolterra: «En verano se trabajó muy bien, pero lo que perdimos con los locales cerrados no se recuperó»

ANA F. CUBA FERROL / LA VOZ

CEDEIRA

Clientes en el restaurante Casa La Madriña, en Taraza (Meirás), ayer al mediodía
Clientes en el restaurante Casa La Madriña, en Taraza (Meirás), ayer al mediodía CEDIDA

Sin ERTE, con la factura de la luz por las nubes y el aforo aún limitado, los empresarios confían en que «se normalice todo»

16 oct 2021 . Actualizado a las 11:57 h.

Los hosteleros de las comarcas de Ferrolterra, Eume y Ortegal siguen pendientes de los aforos -como norma general, los que estaban al 50 % en el interior han pasado al 75 y los de 75 al 90-, pero el verano y lo que va de otoño han insuflado ánimos a uno de los sectores más zarandeados el covid-19. «Ha ido muy bien, aunque se formaron muchas colas al poder tener solo 12 personas dentro y 36 en la terraza. Hubo mucha gente y sigue viéndose movimiento», reconoce Ana Muíño, al frente del mesón Kilowatio, que conquista a sus clientes con el marraxo y los calamares, que muchos optan por recoger y llevarse a casa o al monte de San Antón.

En el otro lado del casco histórico de Cedeira, José Manuel Fernández, responsable del mesón Vila Vella, sonríe, a pesar de que desde mediados de septiembre no puede disponer de la terraza, autorizada, excepcionalmente, durante los peores meses de la pandemia. «Ya estamos trabajando como antes de la pandemia, los tres de casa y tres empleados. De noche no hay gente, pero de día va muy bien [...], el puente del Pilar fue maravilloso. Y en verano, mucha gente tuvo que irse de Cedeira sin comer porque no había sitio», explica. La demanda de comida para llevar, que sostuvo el local en los meses más inciertos, ha caído.

Falta de personal

En la cantina Río Covés, en Pontedeume, retomarán este fin de semana el servicio de entrega a domicilio, suspendido en los últimos meses. «Pedían y recogían aquí, pero no teníamos personal para llevarlo a casa», indica Inma Sánchez, que se ocupa de la parte administrativa del negocio. «Va mejor que el año anterior, sí, pero con dificultades para encontrar personal y limitando la capacidad incluso por debajo de lo permitido para garantizar una atención de calidad», señala.

Esta empresaria eumesa agradece las ayudas de la Xunta y advierte del impacto del alza de la factura eléctrica: «Le rogaría a Iberdrola poder tener un empleado más, que es lo que le pagamos cada mes». A unos 18 kilómetros de allí, en Monfero, Marisa Varela, encargada de los fogones de Casa Capellán, apunta otra queja compartida por otros hosteleros: «Que o cliente leve a comida que lle sobrou paréceme perfecto, pagouna e se non vai ir para o caldeiro do lixo, pero isto ten un custe. Non val calquera envase para un guiso, ten que ser minimamente resistente. Estou a favor de que se leve, pero igual que nos comercios cobran polas bolsas, un negocio máis, sobre todo para as grandes superficies, ao mellor tamén habería que cobrar os recipientes, pero á xente non lle parece moi ben».

El verano se portó. «Notámolo aquí e tamén no resto dos establecementos», admite Varela. «Pero no día a día baixou, pola crise, polo medo... a xente retráese», comenta. «O noso ramo parece que sempre é o máis prexudicado [...], moi castigado, con moitas esixencias», opina Carmen Gómez, propietaria del mesón O'Campo, en Moeche. Aun así, está contenta, ha recuperado al personal y ve más actividad, sobre todo por las mañanas y los fines de semana. «Todo o mundo está vacinado, hai menos medo», dice. Sin menú del día, su fuerte son las raciones. Quien acude al restaurante Casa La Madriña, en Taraza (Meirás, Valdoviño), sabe que no hay menú del día, pero sí una amplia y variada carta. A pie de playa y con un amplio espacio exterior, trabajo no les falta. «Estamos igual que antes de la pandemia, por semana flojo, porque estamos en la zona rural, y el fin de semana, con mucha gente», agradece María José Vilar, encargada del local.

«Septiembre aguantó bien»

Yolanda Filgueiras, de la pulpería La Isla, en el puerto de Mugardos, respira: «Todo son normas, muchas limitaciones, distancia... En verano se trabajó muy bien, en general, pero lo que perdimos con los locales cerrados no se recuperó, aunque tuvimos alguna ayuda». El bajón del fin del verano es síntoma de normalidad, la nueva, en este caso, similar a la vieja. «Septiembre aguantó muy bien y ahora, por semana está flojo, como siempre», apunta Luis Galdo, el dueño del restaurante Planeta, en Espasante. Atrás queda el ERTE (expediente de regulación de empleo), igual que ocurre en el resto de establecimientos consultados. «Espero que no vuelva», subraya, en alusión a los meses de mayor impacto de la pandemia del coronavirus.

En la otra punta, en Ares, Cecilia Fornos regenta A Ferradura: «Del verano no hay queja, aunque medio agosto nos tuvieron al 30 % de capacidad. Ahora, el menú del día funciona, obreros hemos tenido siempre. Comida para llevar, los meses peores, un montón». Ella también desea que «ojalá se normalice todo».