«Es la fiesta del pueblo por excelencia», «a mágoa é que mañá non se poda repetir», claman los veteranos
18 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.Marcos llegó desde China (hace un mes, pero con la mirada puesta en el día después de la Patrona) y otros regresaron de Bélgica, Dinamarca, Holanda o Bilbao. Muchos viven en Madrid o en A Coruña. Pero todos son de Cedeira y ninguno se quiere perder «la fiesta del pueblo por excelencia», la Xira en el monte de San Antón do Corveiro. «A mágoa é que mañá non se poda repetir», claman en la mesa de José Manuel, Couto; Cachucho o Lito, veteranos de la romería. «Hai moita xente á que só ves hoxe, aquí atópaste a todo o mundo», comentan, mientras dan vuelta al churrasco, parte esencial de la tradición de la Xira, con la que decenas de pandillas despidieron ayer las patronales de 2017.
«Isto relaxa», apunta una cedeiresa fiel a la Xira. Un poco más abajo destaca el jamón ibérico de la mesa de Jandallada, «los más guapos», dicen, y sin duda de los mejor alimentados, que comenzaron el día degustando tocino ibérico a la brasa, «saladísimo»; siguieron con la empanada de panadería Sergio elaborada con el atún que pescó Pablo de Pantín, churrasco, chorizo y bolla de nata y azúcar. Sin olvidar el surtidor de cerveza y los 500 kilos de hielo, por si se caliente la bebida.
Los Pezones Negros visten de amarillo. Son «veinte y pico y el pico es variable», la mayoría en la treintena y Diego, el benjamín, con la guitarra. En el menú no falta el churrasco ni la panceta, y tampoco las empanadas y otras viandas «que hacen las madres», cuenta un hijo de 34 años. Nadie quiere perderse la Xira, donde muchos recuerdan «as primeiras borracheiras». Los grupos más jóvenes buscan la sombra en la parte de arriba del monte, con las mochilas llenas. Y todos esperan el ocaso, cuando las gaitas empiezan a sonar al pie del cruceiro, de donde partirá la comitiva con destino al bar Marino, O Ramón, previo paso y cante por las calles del casco viejo.