Los intensos 101 años de la colegiada farmacéutica más antigua de Galicia

CARIÑO

Marianela Fernández Calvete, brindando por sus 101 años con su hijo, Antón Torres
Marianela Fernández Calvete, brindando por sus 101 años con su hijo, Antón Torres

Marianela Fernández Calvete, nacida en Cariño, se colegió en el año 1944, regentó boticas en Arteixo y Ferrol y vivió la transición de la fórmula magistral al medicamento industrial

15 may 2023 . Actualizado a las 10:46 h.

El pasado 28 de abril cumplió 101 años, pero la memoria no le falla y todavía mantiene intactos algunos de los recuerdos más queridos de su vida profesional, como la inquebrantable amistad que tejió con Pura Guerreiro, otra pionera como ella en el mundo de las boticas. O su etapa de universitaria en Santiago a principios de los años 40, cuando las mujeres ya habían conquistado las aulas de Filosofía y Letras o Farmacia, pero cuya presencia todavía era anecdótica en la mayor parte de las carreras.

Ella es Marianela Fernández Calvete (Cariño, 1922), la colegiada farmacéutica más antigua de Galicia «y probablemente también de España», según apunta con orgullo su hijo Antón Torres, quien siguió los mismos pasos profesionales de su madre y durante años trabajó con ella, codo con codo, en la botica del barrio ferrolano de San Xoán, a cuyo frente se encuentra ahora Javier Lorenzo Jáudenes.

Marianela nació en Cariño, por aquel entonces puerto del municipio de Ortigueira. Hija de maestros,a los siete años se quedó huérfana de madre, y al cabo de un tiempo, se mudó con su familia a Ferrol, donde asistía a la escuela de niños que dirigía en San Xoán su padre, Horacio Fernández, quien se tomó muy en serio la educación de Marianela y sus tres hermanas: Alicia, Gloria y Gregoria. «Él quiso que ellas fuera a la escuela de niños, porque en la de niñas la formación no era tan buena y se enfocaba más a las labores», rememora el hijo de Marianela, al tiempo que recuerda que las cuatro hermanas fueron a la universidad, y una de ellas, Alicia Fernández Calvete, fue una de las primeras estomatólogas de España y una pionera en la introducción de novedosas técnicas para la prevención de la patología bucodental.

Marianela confiesa que no eligió estudiar Farmacia por vocación (en realidad anhelaba ser maestra), pero, por recomendaciones de su entorno, al final tomó ese camino, y después, ya ejerciendo detrás del mostrador, le cogió el gustillo a la profesión. Tras colegiarse en el año 1944, trabajó durante un tiempo en el despacho de la esquina de las calles Real y de la Tierra, en Ferrol, y de allí dio el salto a Arteixo, donde era titular de una farmacia y también ejercía como inspectora municipal de sanidad.

Tras aquellos intensos años en Arteixo, donde comandaba la única botica del municipio y prestaba servicio «las 24 horas del día y los 365 días del año», Marianela se casó con un trabajador de la fábrica ferrolana Fenya y regresó a la urbe naval, donde compró la farmacia de San Xoán. Allí atendía con mimo a las familias del barrio y vivió la desaparición de las fórmulas magistrales ante el avance de los medicamentos producidos de manera industrial.

«La farmacia fue como mi segunda casa», dice Marinela, que dejó de trabajar a los 70 años, y ahora, con 101, se mantiene todo lo activa que puede. Ya no es capaz de hacer crucigramas porque la vista le falla, pero todos los días da paseos por el pasillo de su casa, sale por ahí cuando la ocasión lo merece y aún se implica en las labores domésticas. «Hoy mismo hicimos un postre entre los dos. Para su edad, está de maravilla. Nadie sabe el secreto, pero yo creo que algo tiene que ver el chupito de licor de guinda que se toma todos los fines de semana», bromea Antón.