Gonzalo Alonso Abella: «El mundo digital es una oportunidad, no cierres tu tienda, enseña lo que vendes»

ANA F. CUBA CARIÑO / LA VOZ

CARIÑO

Gonzalo, fotografiado por su madre, con su abuela Terita y el pueblo de Cariño al fondo
Gonzalo, fotografiado por su madre, con su abuela Terita y el pueblo de Cariño al fondo CEDIDA

Este «community manager»  pontés narró sus vivencias del confinamiento en Madrid en un diario dirigido a su abuela de Cariño, donde ha pasado un verano «atípico total»

30 ago 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Este agosto se ha parecido poco al «verano azul» de Gonzalo Alonso Abella (As Pontes, 1979) en Cariño. «Ha sido atípico total, no hemos hecho nada de lo de siempre, ni salir a tomar los vinos ni a cenar ni de excursión con los amigos y la familia. Este año, nada; las personas con las que más contacto he tenido son mis padres, y con miedo desde el principio, la casa es amplia y abrimos la mesa para los tres, como cuando nos juntamos todos, no les di un beso.... Este año no hubo muestras de cariño», relata este community manager que ayer regresó a Madrid, donde trabaja desde hace quince años.

A su abuela materna, Teresa Docanto, Terita, tampoco ha podido abrazarla. Durante meses (desde antes del confinamiento hasta este verano), Gonzalo le contó a diario a través de Facebook sus vivencias y reflexiones de la cuarentena, la desescalada y la nueva normalidad. Aquel relato tierno, crítico y rebosante de ironía enganchó a sus seguidores, que ahora le preguntan por la abuela. «No sé qué voy a hacer con ella, si seguir o empezar a contar desde otra perspectiva. Tuvo tirón, y me costó algunos cabreos políticos también», comenta.

Terita lleva días preocupada por su nieto. A ella y a sus padres les cuesta entender por qué vuelve a Madrid para teletrabajar pudiendo hacerlo desde Cariño. «Me temo que vamos a llegar y nos van a cerrar, tenemos todas las papeletas», reconoce. Pero quiere estar cerca de sus clientes: «Desgraciadamente no tengo ninguno gallego, no surgió, me encantaría... Salvo La Pureza [la conservera de Cariño], pero ese no cuenta porque es casa. Los grandes están en agencias y los pequeños no se atreven».

Gonzalo percibe resistencias en los negocios pequeños. «Algunos tienen claro que lo digital, las redes, forman parte del escaparate de su producto, pero aún no tienen ventas. Es un proceso que lleva su tiempo, si acabas de empezar con motivo de la pandemia no puedes esperar que suba en unos meses y menos en plena pandemia. Pero hay un montón de ejemplos de gente que vendió mucho más, y clientes que lo que vendían de manera tradicional lo están vendiendo online ahora. Tienen que convivir», razona.

Para este profesional de la comunicación digital -estudió Sociología en A Coruña y Publicidad en Madrid- el universo virtual «es una oportunidad para la mercería del pueblo. No cierres tu tienda, enseña lo que vendes y diferénciate. Es una oportunidad para las tiendas y también para dar visibilidad a servicios, ayuntamientos y pueblos. Tenemos que pelear por esto», defiende. En Cariño ve claros los dos frentes en los que concentrar esfuerzos: el turismo -«el clima no acompaña, pero hay turistas que no buscan clima, y tenemos una diversidad natural y unos paisajes increíbles»- y la gente mayor -«hay que facilitarles las cosas, para los que viven aquí y para los que puedan venir cuando se jubilen, gente que también consume y es una riqueza para el pueblo»-.

Luz, ilusión y alegría

A Gonzalo le gusta presumir de sus orígenes: «Quiero mejorar el pueblo, ver luz, optimismo, ilusión, alegría... Ver futuro. A veces la gente de aquí no se da cuenta de que es rica, muy rica, y que si aprovecha esa riqueza y la invierte bien puede ser más rica. Que no piensen ‘a ver, se eu xa me xubilo', hay que enriquecer la tierra para que tus hijos y tus nietos tengan una tierra más rica y la cuiden, y enseñarles a hacerlo para poder crecer».

Él se empeña a diario en salir adelante: «Ahora estamos sobreviviendo. Es mi cuarto año de autónomo, se suponía que tenía que ir ascendente, y no es así; en marzo empezó a subir, abril fue bueno y mayo a la baja, igual que junio y julio, y agosto ya siempre es bajada [...]. La parte más brutal de la economía viene ahora, se fue manteniendo por las ayudas o la esperanza de ayudas que iban a llegar y en la mayoría de los casos no llegaron. Ahora toca enfrentarse a la situación más real en el aspecto económico y social; en el pandémico no lo sé, en Galicia lo veo bien, en Madrid...».

Apenas ha pisado las terrazas de Cariño este mes, pero ha aprovechado «para coger aire, playa y mar», un impulso para un otoño incierto en la capital. ¿Y qué pasará con el diario? «Seguir voy a seguir con historias, porque a mí me ayuda y a los demás les gusta. ¿La abuela...? No lo sé».