Norma Novo López, trabajadora social, forma parte de la primera generación de cariñeses nacidos en el Concello de Cariño
21 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.«Tengo la suerte de trabajar en lo que me gusta y lo que estudié, a cinco minutos de mi casa; la calidad de vida aquí es incomparable a la de cualquier ciudad», sostiene Norma Novo López, trabajadora social. El 28 de marzo entrará en la treintena, como Cariño. «Sabes de oídas cómo se movilizó la gente y cómo lo celebró todo el mundo, reuniéndose frente a la cofradía», cuenta. En su etapa escolar, había al menos tres clases de entre 25 y 27 alumnos cada una. «Y de 2016, el año de mi hija, son 24 o 25, nada que ver», constata. La decadencia de los sectores pesquero y conservero se ha dejado sentir en el pueblo. «Ahora, una vez que estudias, formación profesional o una titulación universitaria, te tienes que marchar o crear tu propia empresa, porque poca salida tienes», lamenta.
La movida también ha ido a menos. «Nosotros tuvimos la suerte de poder vivir aún los buenos tiempos de la marcha de Cariño, cuando todo el mundo venía a Cariño, desde Ortigueira, Cedeira, Viveiro, con la discoteca y la calle Eduardo Pondal, la de los pubs, a rebosar de gente. Empezábamos en el Groucho y acabábamos en La Solana, muchísima gente que estudiaba fuera venía en fin de semana», evoca.
Aquellos tiempos, en los que se movió mucho dinero en el pueblo, han quedado atrás, pero Norma mira al futuro con optimismo: «Echo en falta que se cree empleo en la zona, pero tenemos servicios y calidad de vida».