«Un barco sen redes non vai pescar»

ANA F. CUBA CARIÑO / LA VOZ

CARIÑO

I. F.

Veintidós mujeres y tres hombres, vecinos de la comarca de Ortegal y Cedeira, se forman en el oficio de redera en Cariño, con la expectativa de encontrar una salida laboral

26 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

En tierra, el montaje y la reparación de aparejos de pesca es un oficio de mujeres. «Pero é un traballo que tamén facemos os homes no mar», reivindica Iván, marinero, igual que Manuel, ambos aguja en mano. Son dos de los tres hombres que participan en el curso de formación de rederas que se imparte desde el 13 de octubre hasta el 5 de diciembre en el Aula de Extensión Pesqueira de la Consellería do Mar, en Cariño, por iniciativa de la Federación Galega de Redeiras Artesás O Peirao. «Loitamos moito para conseguilo, nesta zona nunca se fixera algo así [300 horas], había que ir a Marín e a maioría da xente non se pode desprazar», explica Benigna Rey, redera cariñesa y vicepresidenta de O Peirao, satisfecha por el logro.

En la nave del puerto cariñés donde se desarrollan las clases se percibe el bullicio nada más entrar. «Estamos moi contentas porque hai moita xuventude e necesítase relevo xeracional», remarcan Rey y Rosa Rodríguez, la formadora. Esta redera de Corme detalla los contenidos: «Primeiro houbo 25 horas de teoría, agora estamos co módulo de artes menores [volanta, volantín, beta, miños, etcétera]; a semana que vén tocará arrastre; despois cerco; e por último, palangre».

«Fan falla redeiras e se son novas mellor aínda, hai traballo», reitera Rey, consciente del relevante papel del colectivo: «Un barco sen redes non vai de pesca». En la planta baja, unas arman el rasco y otras la volanta, mientras Cintia, trabajadora social en paro [situación común a la mayor parte del alumnado] y Manuel, pescador, trabajan en un miño prearmado. «Todos pasan por todo», subraya la instructora. Belén está encantada, pese a las dificultades iniciales: «Es muy bonito, siempre me había despertado curiosidad». Las solicitudes desbordaron las 25 plazas disponibles. «Mi padre me enseñó los rascos y la volanta, pero ahora estoy aprendiendo otras artes [...]. Las manos se pulen», apunta Ana. Nelly, ama de casa, y Liliana, que se ha dedicado al marisqueo, comparten el entusiasmo de sus compañeras por aprender un oficio que, confían, acabe facilitándoles una salida laboral.

En Cariño, la mayor demanda de actividad para rederas se concentra en las artes menores y el cerco, pero el curso abarca el resto de las especialidades, de las que también tendrán que examinarse para acceder al certificado de cualificación profesional, requisito «para traballar e poder estar asegurada e cotizar», indica la profesora, en cuanto abra una nueva convocatoria la Consellería do Mar, «que pode tardar meses ou anos, quen sabe», constata Rey. En el pasillo, un grupo de chicas «orillan, para facerlle a panza á volanta»; y en el primer piso, el resto de alumnas pelean con los nudos de los miños, «difícil ata que lle colles o xeito». En el aula, entre cabos y redes, reina el compañerismo.