Nuevas tecnologías abren la puerta a desvelar el asesinato de Elisa Abruñedo hace 9 años

CABANAS

Foto de archivo de Elisa Abruñedo y su esposo Manuel Fernández Martínez, que falleció un año y medio después de ella en un accidente laboral
Foto de archivo de Elisa Abruñedo y su esposo Manuel Fernández Martínez, que falleció un año y medio después de ella en un accidente laboral Cedida

Agentes de la UCO se desplazan a Cabanas para tomar más pruebas que logren desvelar el crimen

26 ago 2022 . Actualizado a las 18:59 h.

El próximo jueves se cumplirán nueve años del asesinato y violación de Elisa Abruñedo, vecina del lugar de Lavandeira, en Cabanas. 3.285 días en los que el asesino, del que los investigadores pudieron aislar su perfil genético, ha logrado esquivar a las autoridades. No obstante, los avances tecnológicos podrían resultar determinantes para el caso. A los cribados de ADN que la Guardia Civil ha venido realizando en los últimos tiempos en distintos puntos de la comarca del Eume y la localidad de Valdoviño, se suma el reciente despliegue de varios agentes de la UCO, misma unidad encargada de la investigación del caso Diana Quer, en la propia localidad de Cabanas.

El zarzal en el que fue encontrado el cuerpo sin vida de Elisa, a medio kilómetro de la vivienda familiar, fue acordonado en los últimos días por este equipo especializado en crímenes y desapariciones, en colaboración con agentes de la Guardia Civil de la provincia de A Coruña, con el objetivo de poder realizar nuevas pruebas forenses en el escenario.

Decisiones que valora muy positivamente el hijo mayor de Elisa, Adrián Fernández. «Al menos una vez al año mantenemos un encuentro con responsables de la investigación, aunque es poca la información que pueden trasladarnos», explica. «Últimamente había mucho movimiento en la zona y nos han confirmado que han venido para realizar pruebas, aunque no pueden precisar más», ahonda.

 Elisa Abruñedo, gerocultora en Ferrol y vecina de Cabanas, salió en la tarde del domingo 1 de septiembre de 2013 a dar un paseo por las inmediaciones de su domicilio, como hacía habitualmente. Su marido —que falleció en enero de 2015 a causa de un accidente laboral—, interpuso una denuncia por desaparición en la mañana del lunes, aunque mucho antes ya había peinado la zona con la ayuda de sus dos hijos y su círculo más cercano. Fue un vecino el que, el propio lunes cuando caía la noche, localizaba el cadáver de Abruñedo en una zona de monte muy próxima a la carretera.

Zona en la que apareció el cuerpo de Elisa Abruñedo.
Zona en la que apareció el cuerpo de Elisa Abruñedo. César Toimil

A pesar de que los restos biológicos del asesino quedaron adheridos al cuerpo de la víctima, no arrojaron ninguna coincidencia en las bases de datos. De ahí que la benemérita llevase a cabo distintas pruebas voluntarias de ADN, con la premisa de encontrar un hilo conductor genético del que poder tirar para estrechar el cerco al culpable.

Adrián Fernández agradece el apoyo brindado por la Guardia Civil para poder ir descartando cualquier indicio. Nueve años después de esos primeros días de incógnitas, el hijo mayor no tira la toalla: «Soy muy cabezón y peleo lo que haga falta» para resolver el caso de su madre.

«Como persona, lo único que quiero es que lo pillen cuanto antes y evitar que pueda causarle este dolor a otra familia», destaca el primogénito de Abruñedo que tiene claro que una persona capaz de perpetrar un asesinato de esta índole podría haber atentado contra otras vidas.

«Vivimos en la casa familiar y todo te recuerda a ella», reflexiona Adrián que, en los próximos días, se enfrentarán a una fecha complicada con la vista puesta, eso sí, en los potenciales avances de la investigación.