Súper Pepucha, la tienda de la playa de Cabanas desde hace 54 años

ANA F. CUBA CABANAS / LA VOZ

CABANAS

JOSE PARDO

La carnicería es la columna del establecimiento que regenta Carlos Fachal Corbeira, hijo de los fundadores. Solo cierra dos días al año, el de Navidad y el de Año Nuevo

08 ene 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Carlos Fachal Corbeira (Cabanas, 53 años) recuerda a su madre, María Josefa, Pepucha, preparando la cena. «Desde la cocina se veía el hotel Sarga y siempre decía ‘¿cuándo podré estar ahí descansando?’». Pepucha, de 81 años, y su marido, Carlos, ya fallecido, abrieron el Autoservicio J. C. en 1966, en el Paseo da Madalena, donde hoy se encuentra el café bar Yellow. «Fueron haciendo este edificio y diez años después se trasladaron a donde estamos ahora, pegados a la playa, como un chiringuito...», cuenta el actual responsable del negocio. «De niño, no tengo más recuerdo que la tienda», confiesa.

Él y sus hermanos se criaron en el ultramarinos, al que todos los clientes, vecinos y veraneantes, le llamaron siempre Pepucha. De Autoservicio J. C. pasó a Súper Pepucha, en alusión a la mujer que trabajó día y noche hasta la jubilación, hace ya 18 años. «Siempre hubo carnicería, era y sigue siendo la base. Mi padre, que venía de familia de carniceros, compraba los terneros y los sacrificaba, entonces se hacía así, era muy trabajoso. Y mi madre era la que estaba en la tienda, aunque siempre tuvo empleados», explica el segundo de la saga, que no ve relevo familiar, puesto que ninguno de sus tres hijos muestra interés.

En la primera etapa daban comidas a los obreros de la construcción, que estaba en auge

En verano los contrata, como hacían sus padres con él y con sus hermanos. «La población se multiplica y el trabajo aumenta muchísimo», explica. El ultramarinos abrió en una buena época: «Empezaba a construirse mucho en Cabanas e incluso [en el primer local] daban comidas para todos los obreros que trabajaban en las urbanizaciones». Más adelante, la crisis de los astilleros y la implantación de grandes superficies comerciales se dejaron sentir en el negocio, «como pasó en todo Ferrolterra».

«Adaptarse a los tiempos»

Pero súper Pepucha -«sí, lo es, una gran mujer»- resistió y Carlos ha seguido su senda, con apoyo de su mujer, Loreto García, en labores de carácter comercial y representando a la carnicería en el grupo de networking BNI Albatros Ferrolterra. «Hay que intentar adaptarse a los tiempos, todo suma, a ti te trae cosas positivas y tú también hacia los demás», apunta este empresario.

En invierno viven de la clientela local y la actividad se dispara en verano con el turismo

 En Súper Pepucha el año se divide en dos estaciones, el invierno, con clientela local y también de Ferrol y de otros municipios, fiel a la carne de ternera, un producto que miman. Y el verano, con una avalancha de turistas, muchos con segunda residencia en la localidad. «Es lo más gratificante del negocio, la gente que conoces, haces amigos, te relacionas con personas de todas partes», reconoce. El año 2019 fue especialmente duro, por la muerte inesperada, en agosto, de Eusebio Corbeira, primo hermano de Carlos y su mano derecha en el ultramarinos. «Él lo controlaba todo igual que yo, era el encargado, un chaval muy querido, de muy buen trato con la clientela», elogia. «Aparte de lo sentimental, es algo que perdió la tienda».

Un chiringuito de playa

En este «chiringuito de playa», como lo define Carlos, se puede comprar de todo: fruta, verdura, pan, carne (el elemento diferenciador, junto al trato), alimentación, limpieza, droguería, prensa... Es una tienda tradicional que abre todos los días del año, salvo el de Navidad y el de Año Nuevo; en verano, con más plantilla, desde las nueve de la mañana «hasta que se puede cerrar». El resto del año trabajan Carlos y Manuel, el carnicero. Pepucha acude solo para comprar y conversar con su hijo. Desde que se jubiló lleva una vida al menos parecida a la que soñaba desde la cocina observando el hotel Sarga.