La Guardia Civil continúa buscando al autor de la violación y muerte de la cabanesa Elisa Abruñedo

Carmela López

Cuando se cumplen seis años de la violación y asesinato de la vecina de Lavandeira (Cabanas) Elisa Abruñedo, cuyo cuerpo sin vida apareció en un monte cercano a su vivienda, aún se desconoce la autoría de un crimen que conmocionó a la comarca de Ferrol. El 1 de septiembre del 2013, Elisa, de 46 años, casada y con dos hijos, salió por la tarde a dar un paseo por el entorno de su domicilio, como hacía habitualmente, pero no regresó. Su familia se alarmó y comenzaron a buscarla de inmediato, pero el cadáver no fue descubierto hasta la medianoche del día siguiente, en un zarzal, a menos de medio kilómetro de su casa.

Muerte en accidente del padre

La desgracia se cebó con esta familia, porque un año después, Manuel Fernández, el marido de Elisa y padre de sus dos hijos, murió en un accidente laboral. Y a Adrián que, entonces tenía 24 años y era el mayor -su hermano tenía 19-, le tocó asumir las riendas de una casa en la que siguen viviendo los dos, en la que, según cuenta, todo les recuerda a sus padres.

Por eso, la llegada de un nuevo aniversario, el sexto ya, del brutal asesinato de su madre, no supone nada excepcional en la cotidianeidad de sus vidas. «Por llegar la fecha no lo pasas peor; es cada día, tratas de hacer vida normal, pero siempre está ahí. Y además, viviendo en la casa donde te criaste con ellos, todo te lo recuerda constantemente; la planta que mi madre mandó plantar, las fotos, los muebles... Es un recuerdo constante», manifiesta Adrián, añadiendo que al no saber quién ha sido «te comes la cabeza constantemente».

La investigación del caso corresponde a la Guardia Civil, que inicialmente se había centrado en el entorno más próximo de Elisa, pero después amplió el radio de acción, sin resultado.

El cuerpo de la víctima presentaba lesiones de arma blanca y después se confirmó que había sido violada. Se consiguieron aislar restos biológicos del asesino, pero su ADN no figura en los registros policiales.

Una vez al año, los encargados de la investigación se reúnen con la familia para comunicarles la marcha de la misma. «Hace dos semanas vinieron a hablar conmigo y me dijeron que estaban siguiendo varias vías, pero que no tienen nada aseguro, aunque se mostraron confiados en que tarde o temprano caerá», comenta Adrián. Es lo que él desea desde aquel fatídico 1 de septiembre del 2013, «que estuve 24 horas sin comer y sin beber, recorriendo la zona en bici, en coche y a pie, y pasé mil veces por donde después apareció mi madre», rememora. Lo que no quiere Adrián es que el asesino «caiga» por cometer otro crimen, «para que nadie pase por lo que pasamos nosotros», apunta. «Yo confío en que la Guardia Civil está trabajando. Me dicen que si tengo alguna sospecha que se lo comunique y así lo hice, pero lo investigaron y ya descartaron varias vías», manifiesta Adrián, añadiendo que si lograran dar con él «me aliviaría la cabeza».

Adrián es el que sostiene económicamente la familia, porque tiene trabajo, aunque su hermano, Álvaro, que está estudiando un ciclo superior de Formación Profesional, también percibe una pensión de orfandad.

«Hay que tirar para adelante, pero la espina de que la persona que asesinó a mi madre siga libre no se me va de la cabeza», concluye.