
Rosalía de Castro se despedía diciendo: «Adiós ríos, adiós fontes, adiós regatos pequenos». A los gallegos, después de tanta muerte anunciada, nos toca despedirnos de la central térmica de As Pontes. Hubo intentos de paralizarla y derribarla, pero ahora recibe el visto bueno de la Administración para ser desmantelada (La Voz 19-8). Todavía ha de producir electricidad con el remanente de carbón que tiene en sus instalaciones (unas 100.000 toneladas) y usando dos de los cuatro grupos que tiene la planta.
La central térmica de As Pontes fue una de las más importantes de España. Al principio se alimentaba del lignito de la mina a cielo abierto que había en sus proximidades. Dejó un tremendo hueco, que fue cubierto por agua y hoy es un lago de considerables dimensiones.
Su chimenea principal es de hormigón armado y mide 356,5 metros de alto (el diámetro en la base es de 36,4 metros y en la parte superior de 18,9 metros). En su interior alberga cuatro chimeneas correspondientes a los cuatro grupos de producción energética de la central. No es de extrañar que, con esa altura y con vientos propicios, el humo alcanzasen Gran Bretaña, como se constató en fotos de satélites. Sobre la chimenea de la central térmica de As Pontes, pido que no se derribe y que se conserve por ser una pieza muy importante y significativa del patrimonio industrial.
La central albergó, en su tiempo, un complejo químico en el que se fabricaban abonos (Enfersa).