La manifestación

José Varela FAÍSCAS

AS PONTES

19 ene 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Las palabras son un bien que bastardea con el uso, con el empleo espurio y también ignorante al que las sometemos sin pausa. Algunas llegan a corromperse de tal modo que invierten su semántica y llegan a significar exactamente lo contrario de aquello que les dio sentido en su origen. Es un proceso inevitable, como el redondeo de los guijarros en su interminable rodar por el lecho del río y «el cielo que lleva en su corriente», en soñadora expresión de Benedetti. Pero este proceso de degradación que nos es enteramente imputable no pasa de tarea de aficionados, sumisa artesanía menestral, frente a la opa hostil que ejerce el poder sobre el lenguaje. El poder pervierte el sistema de comunicación: engulle morfemas y sintagmas y los regurgita lastrados de nuevas cargas semánticas. Constitucionalista, separatista, los-que-quieren-romper-España, etcétera no son lo que eran, ni siquiera son lo que serán en un pispás; libertad, esa sí es buena: tenemos que escrutar el pedigrí de quien la pronuncia para encajar su significado. En esta incontenible fagocitosis, el poder deglute también el lenguaje simbólico y lo hace papilla: nos lo expropia, nos hace ventrílocuos y convierte en salmo una jeremiada (¿cuántos se hicieron ricos con la imagen tomada por Korda a Ernesto Guevara? Pues eso). Dentro de unas cuantas semanas será interpelada nuestra conciencia cívica para asistir a una manifestación por la reindustrialización de As Pontes. Entre los convocantes figuran los responsables, o sus vicarios, de que esa reindustrialización se lleve a efecto. Tal vez, habría que denominar esa acción como peregrinación, como procesión, como rogativa, pero ¿manifestación?