La moto como viaje, libertad y diseño

Ana F. Cuba AS PONTES

AS PONTES

El exfutbolista pontés Diego Bermúdez dirige la revista "Revival of the machine", un proyecto que arrancó hace dos años en Madrid

01 mar 2018 . Actualizado a las 20:24 h.

Una lesión en el tendón de Aquiles apartó a Diego Bermúdez (As Pontes, 1982) de los estadios, tras casi una década como futbolista profesional, en Segunda B y en Segunda. Empezó a jugar en los recreos, en el colegio A Fraga, y pasó por el Endesa As Pontes, el Celta (categorías inferiores), el Viveiro, el Racing Vilalbés, el Compos, el Arteixo, el Móstoles, el Osasuna, el Leganés, el Alcorcón [vivió el Alcorconazo, el 27 de octubre de 2009] y el Cádiz, donde se retiró, con 30 años. Y siempre compaginó el deporte con la formación. En Viveiro cursó un ciclo superior de proyectos de construcción; en Arteixo, otro de administración y finanzas; y en Madrid se graduó en empresariales.

«Tenía 30 años, dejé el fútbol por la lesión y decidí que era el momento de hacer algo que siempre me había apetecido, irme un año de viaje por el mundo y mejorar el inglés; estuve un año en Australia y un par de meses por Asia», relata el director de la revista Revival of the machine, una publicación mensual que edita, en un proyecto compartido con su pareja, desde hace dos años. «Viendo el ambiente que había en Australia, empecé a entusiasmarme con el tema del diseño, la fotografía y, sobre todo, las motos personalizadas, y volví con la idea de hacer en España algo parecido a lo que existía allí», relata.

En Revival of the machine, que se distribuye por quioscos de todo el territorio español, tratan «todo lo que rodea el mundo de la motocicleta». «La gente trata de escapar de los estándares y la obsolescencia programada, le gusta la personalización, no los artículos sin alma. Nosotros enfocamos la revista hacia todo aquello que es único, que tiene carácter y personalidad, siempre relacionado con las motos, que engloban viaje, libertad, estilo y arte sobre ruedas, arte relacionado con el mundo del motor», resume el director -trabaja con un equipo de cuatro periodistas y varios colaboradores- y fotógrafo, una vieja pasión y su actual profesión.

En papel, una temeridad

Este emprendedor pontés reconoce la heroicidad de sacar a la calle una publicación en papel: «Sí, ha sido un proyecto bastante temerario, pero teníamos la idea clara, y dado que el papel está en crisis, pensamos que lo único que funcionaría y no es compatible con Internet es un producto premium, de mucha calidad en la fotografía, en el diseño y en el papel, una revista de colección, muy cuidada, para que quien la compre [cuesta seis euros] sea para cuidarla y mimarla, no para desecharla».

Diego y su pareja, Casandra De Juan García, llevan dos años entregados a la causa. «Han sido muy, muy duros -recalca-, pero somos tenaces, hacemos un equipo muy fuerte, ella es una comercial nata y yo soy muy constante, la mente siempre me está dando vueltas para crear cosas. Lo hemos pasado mal, pero este año hemos empezado muy fuerte y estamos muy contentos».

La revista les ha servido para abrir otras puertas. «A raíz de ello hemos montado una agencia de comunicación y eventos, que se beneficia de la revista, y al revés. Llevamos dos ediciones del evento Oldies but Goldies, con preparadores [de motos] de toda Europa. La primera fue en el Museo del Ferrocarril, en Madrid, y la segunda en la plaza de toros de Las Ventas, todo un éxito. También organizamos eventos para marcas relacionadas con las motos, como Harley Davidson, Ducati o Triumph. Todo eso ha sido posible gracias a la revista. Y pronto verá la luz nuestro proyecto más ambicioso, un restaurante temático del motor, que se llamará Revival Café, a las afueras de Madrid; en julio lo abriremos».

En 2017 diseñaron y fabricaron una moto personalizada, única, en colaboración con BMW, el preparador XTR Pepo y marcas como Rizoma, Moto Galleto o Zenith. «Nada de esto resultaría viable fuera de una ciudad como Madrid», señala. Diego conduce una BMW R100 RS de 1978, una moto clásica con la que le gusta, cada vez que regresa a As Pontes, donde vive parte de su familia (el resto está en Viveiro), completar la ruta hasta Estaca de Bares.