
El Concello plantará el «millo corvo» de los antiguos frailes de Santa Catalina
25 ene 2023 . Actualizado a las 22:58 h.Todo empezó con una historia de amor. En el fragor de la Guerra de la Independencia, un oficial de infantería llega al monasterio de Santa Catalina y tuvo un flechazo con una vecina de Cervás. Por el camino, vivió diversas aventuras entre frailes, tabernas, baterías de costa y sobre todo maíz negro. Semejante romance aparece dentro de En la falda de la bailadora, un libro de autoría desconocida acunado en unos manuscritos hallados en la Casa Rectoral en 1945. Pero de sus mil curiosidades, el propio Concello de Ares y la Asociación de Amigos del Monasterio de Santa Catalina rescatan sobre todo como «cereal celestial» al millo corvo. Este maíz color ébano ya era cultivado por los franciscanos a finales del XVIII para hacer un manjar de dioses: las Rodas de Santa Catalina. Ahora, el municipio de la ría quiere volver a plantarlo y restaurar estos dulces como los más divinos de la zona.
¿Cómo llegó el millo corvo hasta el cenobio? Según el libro, cuya concepción ya merece otra novela, «un marinero de Meiro (Bueu) desembarcó enfermo en Salgueiras y fue curado en la botica de los frailes, en agradecimiento les regalaría cuatro espigas de este maíz». Así lo relata el alcalde Julio Iglesias, que no solo quiere recuperar el cereal y sus postres sino que también logrará la edición de los escritos con la Deputación de A Coruña. El regidor, acompañado por Celsa Formoso y Rogelio Pérez de Amigos de Santa Catalina, cuenta que «los frailes franciscanos lo plantarían desde finales del XVIII en el Camiño do Gato Morto orientado hacia el sur, con el millo y calabaza harían las Rodas de Santa Catalina». Tenían forma circular con asimetrías acuchilladas, al igual que el martirio sufrido por esta santa.

Si esa pasión entre un oficial y una moza del pueblo se ambientaba en 1809, el millo corvo ya se plantaría veinte años antes, según los escritos. Aparecen los molinos de Cervás donde el grano negro se convertía en harina gris o la empanada de barbadas pescadas en rocas. Rogelio Pérez destaca «las comilonas post litúrgicas sazonadas con debates teológicos entre el farmacéutico de Ares y los frailes». Semejante ambiente parece retrotraernos hasta El nombre de la rosa. «¡Pero con romance y sin asesinatos!», advierten los entrevistados.
En la falda de la bailadora se envió desde Santiago a cuatro vecinos de Cervás, con dudas sobre si lo escribió el párroco Antonio Fraiz o su amigo Carlos Rodríguez Cartelle. La leyenda envuelve tanto a este relato, que se asegura que fue encontrado por la sobrina del párroco en 1945 tras un armario. Sea como sea, sirve como documento de una época. De momento, el maíz se intentó plantar sin éxito el año pasado pero Celsa Formoso confía en que en este 2023 germine con éxito. Mientras tanto, Concello y asociación trabajan por futuros usos para este monasterio. Recuerda el alcalde que «cuando llegamos al gobierno en 2007 ya se había perdido la cesión, tuvimos que renegociarla con el Ministerio de Defensa y la conseguimos... Pero no durante cincuenta años, que era lo que necesitábamos para optar a los fondos del 1 % cultural». Las diferencias estriban en «el desorbitado precio que nos pide Defensa». Cuando se consiga, este BIC servirá de centro de interpretación de la orden franciscana y también de su pasado militar.
Celsa Formoso recalca que el monasterio «fue creado por el primer conde de Andrade en 1393 como románico, con modificación barroca en 1703». Tras desamortizaciones, abandonos y usos como cuartel, «trabajamos por su recuperación desde 2002». Ahora el alcalde quiere incluso rescatar una piedra de abalar cercana, «donde copulaban parejas en busca de fertilidad».