Entre la romería popular y la playa

CHEMA CORRAL ARES / LA VOZ

ARES

El buen tiempo animó la participación en el tradicional voto de Chanteiro

23 may 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La tradición manda. Y como se lleva haciendo desde hace más de seis siglos, cientos -tal vez miles- de vecinos de Ares y Mugardos se acercaron, el martes de Pentecostés, a Chanteiro para encomendarse a la Virgen de la Merced, por cuya intercesión, según se dice, se vencieron las pestes en la comarca de Ferrol allá por 1404. La devoción se mantiene, aunque actualizada. Y si algo destaca es la fiesta y el buen ambiente que reina en esta romería con olor y con sabor a empanada y a rosquilla. Una cita que, en días veraniegos como el de ayer, cuenta con dos escenarios: el entorno de la ermita y la playa.

Desde media mañana tanto por la zona de O Baño, como por la carretera provincial que lleva desde la villa de Ares a Chanteiro, donde a pesar de ser festivo local, ayer trabajaban sin cesar las empresas que ejecutan la mejora del vial, se sucedían los grupos de romeros que, a pie, se dirigían al santuario. Aprovechando el buen tiempo, pandillas como la de José, un treintañero mugardés, optaron por echarse a andar, pertrechados con mochila al hombro, las indispensables gafas de sol e incluso ropa de baño...

Mientras, en el lugar de destino, efectivos de Protección civil y Policía local de Ares, se afanaban en redirigir el tráfico. Los devotos asistían ya a la misa. Se preparaban los jóvenes integrantes de la Banda de gaitas ría de Ares, comenzaba la venta de rosquillas -no muy abundante- y buena parte de los asistentes tomaba posiciones a la espera de que, tras el chupinazo, una vez finalizada la eucaristía, comenzara el ya típico reparto de empanada.

En cabeza de la fila, el grupo formado por Carlos, Rafa y tres Franes, integrantes todos ellos de una pandilla de adolescentes que hermana a chavales de Mugardos, Ares e incluso Pontedeume, que decidió adelantarse a la fiesta. «Somos unos treinta conocidos, que estamos acampados desde ayer en un monte de la zona», explicaban, antes de asegurar entre risas que, cumpliendo con esta tradición del voto, dan por inaugurado su verano.

La hilera intergeneracional crecía, minuto a minuto, hasta rodear el pequeño templo de la virgen de la Merced, que, como repetían los más mayores, «é milagrosa», y en donde los fieles no dejaban de entrar para encender unas velas y, de paso, hacer sus plegarias.

En la fila, Nieves, una vecina de Chanteiro, recordaba las décadas que lleva participando en el voto -la ofrenda- de Chanteiro. Sin duda, el día grande de la zona. Una fiesta en la que se estrenaban Pablo e Isabel, matrimonio gaditano afincado en Mugardos, y sus tres pequeños, que destacaban el buen ambiente que se vivía.

Y tras los fuegos, comenzó el reparto. A ritmo de gaita, y piezas populares como «la Carolina», los asistentes dieron buena cuenta de las 35 empanadas de cinco kilos que los concellos compararon para la ocasión, así como de las 600 botellas de agua y 60 litros de vino que repartieron a pie de ermita varias trabajadoras y representantes políticos municipales. Y todo gratis. Aunque hubo quien se inclinó por la ración de pulpo a 12 euros.

Fue una de las pocas novedades en una fiesta cuya fórmula funciona, y en la que la palabra más repetida por jóvenes y por veteranos, es, sin duda, «tradición».

El escenario más joven, el arenal

La playa de Chanteiro constituye el otro epicentro del encuentro religioso- festivo. Un territorio «reservado» para las pandillas de jóvenes que, aprovechando las buenas temperaturas, se dieron el primer baño de la temporada. Durante la sobremesa, los romeros y las gaitas se fueron alejando del templo y las familias reclamaron también su hueco sobre la arena.