Un estudio que desvela los secretos y la historia de Caaveiro

Carla Elías Martínez
Carla Elías A CAPELA

A CAPELA

José Manuel Yáñez presentó en A Capela su análisis del cenobio

28 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

«É probablemente a persoa que máis sabe sobre Caaveiro». Así presentó el presidente de la Diputación de A Coruña, Valentín González Formoso, a José Manuel Yáñez Rodríguez, jefe de la sección de arquitectura del organismo provincial y autor de la obra San Juan de Caaveiro: un monasterio entre la naturaleza, que se presentó ayer en un acto organizado por el Museo Etnográfico de A Capela al que también asistió el alcalde, Manuel Meizoso. 

«Es el resultado del compendio de la tesis doctoral que presenté el año pasado en la Facultade de Historia de Santiago, y que recoge muchos aspectos de Caaveiro y As Fragas. Por un lado tiene una parte histórica muy exhaustiva documentalmente hablando, de recopilación de todos los documentos que hay en este momento sobre la historia del monasterio hasta el siglo XIX; tiene también un análisis sobre la protección del patrimonio histórico desde su comienzos hasta ahora para luego pasar al análisis arquitectónico y paisajístico, tanto de Caaveiro como de As Fragas do Eume, y la relación que tienen», explicó el autor.

Recordó que lleva más de treinta años vinculado al cenobio, desde que entró en la Diputación en el año 1984 y «el primer encargo que me hicieron fue expropiarlo». «Desde entonces he dirigido todas las obras que se han hecho, he estado mil veces... es ya una especie de matrimonio. Caaveiro es algo ya inseparable de mí», bromeó. 

En la obra se explican peculiaridades del complejo con respecto a otros espacios monacales. «No se desarrolla bajo los cánones normales del Císter, sino que va creciendo en el tiempo y a medida que el espacio constreñido que tiene el cerro lo va permitiendo. (...) También tiene singularidades derivadas de esa observación de la naturaleza en un punto tan singular (...) y otras derivadas de esa forma peculiar de una serie de construcciones periféricas que en otros monasterios están dentro del propio recinto», explicó. Y desveló anécdotas como que en su época de mayor esplendor llegó a tener diez miradores. 

Yáñez tuvo palabras especiales para toda la gente que ha colaborado en este amplio trabajo. «El trabajo de campo que hice durante años no hubiese sido posible sin la aportación de la gente de As Fragas que me ha abierto los ojos en muchos aspectos de antropología, arquitectura popular etc».