La F-104 vuelve a casa tras la misión histórica de 173 días que la llevó hasta Japón: «Ha sido un regalo»
FERROL
Tras operar en el Indo-Pacífico, la fragata Méndez Núñez regresó a Ferrol en la misma jornada en la que el Cantabria zarpó rumbo al Mediterráneo oriental
14 oct 2025 . Actualizado a las 12:43 h.Muchas flores, un buen puñado de pancartas, mareas de lágrimas y abrazos eternos. Es lo que se vivió este lunes en el Arsenal Militar de Ferrol justo después de la llegada de la fragata Méndez Núñez al muelle número 4, en torno a la una y media de la tarde, cuando la dotación del buque pudo por fin bajar a tierra para reencontrarse con los suyos tras casi seis meses de singladura. En concreto, han pasado 173 días desde que la F-104 partió de la urbe naval para integrarse en el grupo de combate del portaviones británico HMS Prince of Wales, en el marco de la Operación Highmast, que tuvo como escenario las aguas del Indo-Pacífico, una región estratégica en la que la Armada Española, a través de la integración de la Méndez Núñez en este despliegue liderado por el Reino Unido, ha podido demostrar sus capacidades y su poderío naval y tecnológico.
«Mi marido se va quedar de piedra cuando vea a la niña. Han sido seis meses separados y ahora ya no usa pañal ni duerme en la cuna», comentaba Marta con cara de felicidad poco antes de fundirse en un abrazo con su marido, Isaac. Junto a otros familiares y con su pequeña hija Martina en brazos, lo esperaban con una pancarta igual de llamativa que la que portaban los padres de Mario y Ana —marido y mujer y miembros de la dotación—, en la que, con grandes letras, daban la bienvenida a la pareja y destacaban su «honor, valor y compromiso».
Como ellos, también tuvo palabras de elogio y admiración para los miembros de la tripulación el capitán de navío Jesús González-Cela, comandante de la 31 Escuadrilla de Superficie, quien presidió el acto de bienvenida a la Méndez Núñez, «embajadora de España en la mar». Alabó la entrega de la dotación en una misión que ha tenido como escenario una región alejada del ámbito habitual de navegación de las unidades españolas, pero muy ligada a su historia y legado naval (en referencia a la región de Indochina y Filipinas). Y recalcó que esta experiencia ha servido para poner de manifiesto la «fuerza» de la Armada española y su compromiso con la «seguridad internacional».
A su lado, el capitán de fragata Jaime Muñoz-Delgado, al mando de la F-104, calificaba de «éxito» la participación de la Méndez Núñez en un despliegue que les llevó a visitar doce países, entre ellos Japón, todo un hito histórico ya que hacía más de un siglo que un buque de guerra español no navegaba por aguas niponas. «Llegar a Japón ha sido un regalo, porque era algo que no estaba previsto, que nos vino dado durante el despliegue, y la dotación se lo tomó precisamente así, como un auténtico regalo. Pudimos trabajar con la marina japonesa y ha sido una gran experiencia», valoró Muñoz-Delgado.
Despedida en Navantia
Y mientras algunos lloraban de alegría este lunes al dar la bienvenida a sus familiares en el Arsenal Militar, a otros les tocaba despedirse de los suyos en Navantia Ferrol. Hacia las diez de la mañana, tres horas antes de que la Méndez Núñez arribase a puerto, el Buque de Aprovisionamiento en Combate (BAC) Cantabria se preparaba para soltar amarras en el muelle número 12 del astillero, de donde partió para integrarse en la Agrupación Naval Permanente de la OTAN número 2 (SNMG-2), en el marco de la operación Noble Shield, para reforzar las labores disuasorias y de vigilancia de la Alianza en el Mediterráneo, con la guerra entre Rusia y Ucrania como telón de fondo.
«Hace solo dos semanas que llegó de otra misión y ya se tiene que marchar, pero bueno, es lo que toca, ya estamos acostumbrados», comentaba con resignación Rubén poco antes de despedirse de su mujer, la cabo Adriana. «Nos quedamos tristes porque es la jefa de la casa, pero lo bueno es que para el Gordo de Navidad ya la tendremos de vuelta», añadía sin despegarse de su hijo Diego, que se saltó las primeras horas del cole para poder despedirse de su madre.
Efectivamente, según explicó minutos después sobre la cubierta de vuelo el capitán de fragata Manuel Romero Nieto —al mando del buque— está previsto que el Cantabria regrese a Ferrol en torno al 19 o 20 de diciembre. Por delante le quedan algo más de dos meses de una singladura que comenzará con una primera parada en Rota, donde el buque hará escala para aumentar sus capacidades con el embarque de un helicóptero de la Duodécima Escuadrilla. A continuación, en aguas del Atlántico, suministrará combustible a los buques del Grupo de Combate Dédalo, que regresan a Rota tras haber participado en un despliegue naval en la costa este de EE.UU. Y después partirá rumbo al mar Mediterráneo para unirse a los otros buques de la SNMG-2 y navegar por aguas de Grecia y Turquía. «Tenemos previsto participar en dos ejercicios internacionales y realizar las actividades habituales de vigilancia», avanzó Romero Nieto poco antes de que el buque soltase amarras.