Melania Beceiro, psicóloga clínica: «Los jóvenes necesitan lugares seguros para hablar de salud mental y las redes sociales no lo son»
FERROL
Esta profesional del área sanitaria de Ferrol es una de las instructoras del YAM, un programa de prevención del suicido y la depresión para adolescentes que este curso llega ya a seis centros educativos de la comarca
02 nov 2024 . Actualizado a las 05:00 h.YAM. Son las siglas en inglés de Youth aware of mental health (en español, jóvenes conscientes de la salud mental), un revolucionario programa de intervención escolar diseñado por el instituto Karolinska de Suecia que ha demostrado una alta eficacia para prevenir los intentos de suicidio y la depresión entre los adolescentes. La Xunta lo comenzó a implantar en las aulas gallegas el curso pasado 2023-2024, con la previsión de que en el año 2028 llegue a todos los centros. Y en la comarca de Ferrol son ya seis los colegios e institutos que se han sumado al YAM. Melania Beceiro, psicóloga del CHUF e «instructora» del programa, asegura que una de las claves de su éxito radica en el abordaje «entre iguales» de un tema del que todavía cuesta hablar.
—¿A quiénes está dirigido y qué centros de Ferrolterra participan ya en este programa?
—El YAM está dirigido a estudiantes de tercero de la ESO y en esta comarca comenzó a funcionar el curso pasado en cuatro centros: el IES Carvalho Calero, Cristo Rey y Tirso de Molina, en Ferrol, y As Mirandas de Ares. Estos centros volverán a participar en el programa este años, y además, se suman otros dos por primera vez: el instituto Concepción Arenal y la Compañía de María, los dos en Ferrol.
—¿ En qué consiste el YAM?
—El programa se estructura en cinco sesiones que se celebran en tres días, durante tres semanas seguidas, y en las que dos profesionales (una instructora y un helper) guían al grupo para que ellos mismos hablen de asuntos relacionados con la salud mental, a través de diferentes dilemas y juegos de rol.
—En Suecia y otros países ya se ha aplicado con éxito. ¿Qué resultados se han obtenido?
—Según una investigación sobre la eficacia de diferentes programas de este tipo, el YAM consigue reducir en un 50% los intentos de suicidio y las ideas suicidas y en un 30% la sintomatología depresiva.
—En su opinión, ¿cuáles son las principales fortalezas del programa?
—El YAM aporta a los adolescentes un espacio seguro para hablar de salud mental y yo creo que una de sus principales fortalezas es que se trata de un programa que se desarrolla entre iguales. Yo como instructora y la persona que hace de helper estamos ahí supervisar y para facilitar el diálogo, pero son los chicos y las chicas los que tienen el control y llevan la voz cantante. En el YAM les ofrecemos pautas para saber qué hacer y a dónde acudir si se encuentran mal. Y como las sesiones se basan en juegos de roles, a los alumnos les resultan muy dinámicas y entretenidas.
—¿El YAM ofrece un lugar seguro frente a los riesgos de buscar respuestas en las redes sociales?
—Los jóvenes necesitan espacios seguros para hablar de salud mental y las redes sociales no lo son, porque no se sabe de dónde viene la información ni quién está detrás. En cambio, el YAM les ofrece un lugar seguro, donde ellos pueden hablar con total libertad, porque no les vamos a juzgar, y donde a través del grupo, entre iguales, se buscan alternativas sanas.
—¿Pero cómo evitar que ellos sigan acudiendo a las redes sociales en busca de respuesta a ciertos temas?
—Es muy difícil poner puertas al mar, por eso hay que poner límites y las redes sociales no pueden ser el único lugar donde ellos busquen información sobre salud mental, relaciones afectivas-sexuales o cualquier otro tema. Luchar contra eso es complicado y por eso es tan importante que surjan espacios diferentes, en los que puedan recibir información veraz y de forma eficaz.
—¿Para los jóvenes es un tabú hablar del suicidio o la depresión, como le ocurre a los adultos?
—Ellos tienen la frescura de la juventud y hablan de temas muy difíciles con una facilidad sorprendente, pero al mismo tiempo también tienen el miedo a hacer el ridículo típico de la adolescencia. Mi sensación con el YAM es que al principio los chicos dicen lo que creen que quieren escuchar los adultos o lo que se supone que deben hacer ante ciertas situaciones, pero poco a poco se van abriendo y entonces van surgiendo otras voces y otras formas de mirar, que es lo que nos interesa.