Una fotografía del año 1963

Ramón Loureiro Calvo
Ramón Loureiro CAFÉ SOLO

FERROL

Ramón Loureiro

27 oct 2024 . Actualizado a las 18:31 h.

Tengo a mi lado, mientras les escribo a ustedes, una foto de mi madre que me han regalado y que yo no había visto jamás. Es una copia en blanco y negro, positivada sobre papel de brillo en un formato muy pequeño, que cabe perfectamente en la palma de la mano y que está datada (según consta en la anotación manuscrita hecha al dorso con tinta azul) en el año 1963. Junto a mi madre aparecen nueve jóvenes, de aproximadamente su misma edad, que miran a la cámara sin imaginar, probablemente, que gracias a las magias de la fotografía (de la fotografía de verdad, de la que está hecha para habitar los territorios de la memoria en un álbum, en un marco o entre las páginas de un libro, no el casi instantáneo olvido que campa a sus anchas por las pantallas de los dispositivos electrónicos) ya estaban habitando los recuerdos del futuro. Reconozco perfectamente a tres de esas jóvenes —de hecho, a una ellas, hermana de la señora que me regaló la foto, la vi esta tarde, en un café de Fene situado junto al Camino Inglés—, pero a las otras seis no consigo identificarlas. Desde que me regalaron esta foto la tengo junto a mí, y no me decido a guardarla. La verdad es que estos días he vuelto a mirarla muchas veces, pero no es el deseo de verla de nuevo lo que me impide, o lo que me ha impedido, hasta ahora, guardarla. Porque lo que realmente hace que yo necesite tenerla cerca, donde pueda acariciarla, es que me he dado cuenta de que esta foto, tomada en un momento muy especial para mi madre, la tuvo ella entre sus manos. Aunque no sepa explicarlo, estoy totalmente seguro de que fue así.