Guillermo Galdón López, residente en urología en Ferrol e investigador: «Pronto podremos decir a los niños que deben pasar por una quimio que podrán ser padres»

Bea Abelairas
Bea abelairas FERROL / LA VOZ

FERROL

El médico e investigador Guillermo Galdón
El médico e investigador Guillermo Galdón CESAR TOIMIL

Este médico catalán que desarrolla sus estudios en EE.UU. eligió Galicia para su residencia: «Vine de niño y quería volver»

06 ago 2024 . Actualizado a las 10:36 h.

Guillermo Galdón López (Barcelona, 1990) habla con entusiasmo de sus investigaciones, incluso recién salido de una larga guardia en Complejo Hospitalario Universitario de Ferrol, donde completa su último año de residencia en el servicio de Urología. Está encantado en Galicia y en el CHUF, a pesar de que tiene un pie en hospitales estadounidenses con los que colaboró para sus estudios y su doctorado que pueden cambiar la vida a los niños que sufren algún tumor: «Ya existe un protocolo para congelar semen de los pacientes oncológicos de cara a futuros tratamientos de fertilidad, pero esta opción no estaba disponible para los niños. Nuestras investigaciones y estudios demuestran que pronto podremos decir a los niños que deben pasar por la quimio que podrán ser padres. La solución también sirve para pacientes que deben pasar por radioterapia o con testículos sin descender, por ejemplo».

—¿Qué aporta su estudio?

—En la actualidad los hombres que se someten a tratamientos oncológicos sufren, muy a menudo, la infertilidad como secuela. Por esa razón, ya existe un protocolo establecido para congelar semen de cara a futuros tratamientos de fertilidad y cumplir su deseo de ser padres. Lamentablemente esta opción no se encuentra disponible para pacientes pediátricos que no hayan alcanzado la pubertad y, por ahora, no se les puede ofrecer ninguna alternativa. Algo que cambia con esta nueva técnica. Ya es posible que las familias que estén en este proceso pueden solicitar que se guarden biopsias de tejido testicular para entrar en un banco criogénico experimental. Gracias a este paso, cuando el niño sea adulto y quiera ser padre se podrá descongelar su propio tejido y usarlo.

—¿Cómo es posible?

—A partir de esas muestras congeladas hemos sido capaces de extraer y cultivar células testiculares en el laboratorio, de forma que de una biopsia muy pequeña podemos obtener un gran número de células. Esas células tienen unas propiedades únicas que nos permiten utilizarlas para tratamientos experimentales de fertilidad de nueva generación. Por ejemplo, se podrían reintroducir en el testículo del adulto infértil para repoblarlo y reiniciar la producción de espermatozoides. Otra opción desarrollada en nuestro laboratorio es crear con esas células unos testículos microscópicos capaces de producir células haploides, parecidas a los espermatozoides, con la capacidad de ser utilizadas en fertilización in vitro. Nuestro objetivo es no solo darles la esperanza de que se van a curar, sino también hacer lo posible para que su vida no quede marcada por la enfermedad.

—¿En qué más dolencias puede ser una solución a la infertilidad?

—Para los afectados del síndrome de Klinefelter, que es una enfermedad genética frecuente que afecta a uno de cada quinientos hombres y se caracteriza por la presencia de dos cromosomas X y un cromosoma Y. El rasgo más común es la fibrosis testicular que aparece en la pubertad y acaba produciendo infertilidad masculina en la mayor parte de los casos. Los tratamientos de fertilidad actualmente disponibles para estos pacientes se basan en cirugías complejas que intentan encontrar los escasos espermatozoides supervivientes que les pueden quedar en los adultos con este síndrome, aunque el porcentaje de éxito es bajo. Por eso, el hecho de poder preservar la fertilidad en estos pacientes, donde la fibrosis testicular aún no se ha establecido por completo, juega un papel crucial para prevenir problemas para tener familia más adelante.

—¿También se pueden beneficiar pacientes con otras dolencias?

—Es una solución para cualquier menor que vaya a recibir un tratamiento que produzca infertilidad masculina. En especial niños con cáncer que van a hacer quimio o radioterapia, pero también otros, como aquellos que van a recibir un trasplante de medula ósea por enfermedades autoinmunes.

—Todos estos avances los ha logrado en Estados Unidos...

—Tuve la oportunidad de realizar el doctorado en Wake Forest Institute for Regenerative Medicine en Winston-Salem North Carolina bajo la dirección de Sadri-Ardekani y Anthony Atala, una referencia en la medicina regenerativa. Allí contábamos con un criobanco con más de doscientos pacientes incluidos y todos los medios para desarrollar la técnica. Fue un proyecto apasionante.

—¿Cómo de cerca estamos de ver estas terapias aquí?

—Nunca se puede dar una fecha, pero esperamos que razonablemente pronto. Todos los estudios preclínicos en animales e in vitro han sido favorables y ahora mismo ya hay varios ensayos clínicos en EE.UU. y Europa incluyendo pacientes. El problema que nos encontramos es que al tratarse de pacientes tan jóvenes aunque todo esté listo tenemos que esperar a que crezcan y deseen tener hijos para poder ofrecerle estos nuevos tratamientos.

Por ejemplo, hace cinco años criopreservamos el tejido testicular de un paciente pediátrico con cáncer y cuyos padres decidieron donar parte de la muestra para investigación. Usando esa muestra aislamos células, las cultivamos, producimos testículos microscópicos y generamos células haploides en el laboratorio. Recientemente, ese mismo chico acudió a revisión a la consulta, ahora ya como adolescente libre de enfermedad. Entonces pudimos enseñarle los resultados que ya habíamos obtenido con su tejido y poner estas nuevas técnicas a su disposición el día que lo desee. En España tenemos un biobanco testicular de referencia dirigido por la doctora Eguizábal en el Osakidetza de Bilbao con alrededor de 30 pacientes incluidos, pero esperamos que al aumentar la demanda se acaben creando otros biobancos.

—¿Y para los niños del área que se tratan en el CHUAC?

—Lo importante es que esta nueva tecnología se vaya conociendo entre familias y profesionales para incluir la criopreservación testicular en la práctica clínica habitual. Así podremos ofrecer opciones a pacientes para los que no teníamos respuesta.