Pablo y Mélida: «Para los autónomos todo son multas y trámites imposibles»

Patricia Hermida Torrente
Patricia Hermida FENE / LA VOZ

FERROL

José Pablo Pardo y Mélida Intriago, en la huerta de su casa de Fene.
José Pablo Pardo y Mélida Intriago, en la huerta de su casa de Fene. César Toimil

Invirtieron todos sus ahorros en el Meluchaflor de Fene, pero les cerraron el local

06 jun 2024 . Actualizado a las 18:30 h.

En el Ferrol ochentero, nació la boutique Betty como referente de la modernidad a golpe de marcas como Caroche o Privata. Allí se crio José Pablo Pardo, cuyos padres montaron esta emblemática tienda de ropa. Incluso a los 11 años ya sabía tomar las medidas a los clientes. Ya por su cuenta, trabajó como hostelero lanzando un local como el Cándida de Canido. Pero ahora se muestra «muy cansado» con la problemática que conlleva emprender: «con las dificultades se mueren nuestros sueños y se pierden puestos de trabajo». Su último proyecto fue el furancho Meluchaflor en Fene, que acabó cerrado en el pasado otoño por problemas administrativos. Según Pablo y su mujer Mélida Intriago, «para los autónomos todo son multas y trámites imposibles».

En el Melucha aseguran que invirtieron todos sus ahorros, pero aún con fecha del 31 de mayo les llegaron notificaciones de embargos de cuentas. Pablo llevó el restaurante Cándida durante siete años y en junio de 2019 lo traspasó cuando nació el hijo de la pareja (que ahora tiene cinco años). Pablo y Mélida decidieron entonces cultivar la huerta de una casa familiar en Limodre y vender sus productos. «Y como teníamos experiencia de hostelería apostamos por encender un horno de piedra y procesar esos productos, con el lema conocido de la huerta al plato», indican. Se dieron de alta en el registro sanitario, con cotización a Hacienda y Seguridad Social: «Teníamos precios contenidos; cobrábamos 10 euros por una ensalada de un kilo con tomates belgas, rojos, ananás, queso parmesano y aceite de albahaca (todo nuestro)».

Afirman Pablo y Mélida (nacidos en 1971 por lo que cumplen 53 años en este 2024) que «estábamos configurados como empresa agrícola», pero las administraciones observaron que en la bodega (que tenía uso industrial) donde habían instalado ese servicio no se podían hacer procesamientos de ese tipo. «No era legal pero sí legalizable, sin embargo ya no dejaron regularizarlo; lo peor de todo es que no hay semáforo rojo, es muy duro que ya no te dejen salir adelante», indican.

Recuerda este ferrolano que «siempre estuve trabajando, mi familia siempre fue muy emprendedora y dejó un gran legado en Ferrol sobre cómo tratar bien a la gente, con independencia de las circunstancias del cliente». Para Pablo, «mis mejores momentos familiares fueron precisamente en esa tienda de ropa». Tras trabajar por cuenta ajena en negocios de hostelería, montó Cándida el día de San Julián de 2012. «La verdad es que yo era demasiado idealista, pero pronto vi todas las dificultades administrativas por las que tiene que pasar un autónomo en esa lucha para que te agilicen expedientes; incluso perdiendo subvenciones europeas por retrasos en las licencias», admite Pablo.

Pablo Pardo y su mujer Mélida Intriago en en su huerta de Fene
Pablo Pardo y su mujer Mélida Intriago en en su huerta de Fene César Toimil

Una «lucha continua»

Para esta pareja, «todo esto es una lucha continua, montamos Meluchaflor con toda la ilusión pero al final se rompieron nuestros sueños en el rural, necesitamos más apoyo de la administración». Ahora él tiene un contrato de cuatro horas como camarero, y ella otro también de media jornada como cocinera. «En Melucha invertimos mucho dinero y tenemos una gran hipoteca, teníamos la licencia en la bodega de uso industrial pero nos llegó el zasca», indican sobre las sanciones. También recibieron otra porque su sobrina, que vive con ellos, les echaba a veces una mano sin contrato.

La situación de la bodega podría legalizarse «pero la Axencia de Protección de Legalidade Urbanística se mueve en tiempos más lentos de lo que necesitamos». Admite Pablo que «ahora tendré que coger una nueva trayectoria vital, porque no podemos esperar dos años haciendo malabares». Como recalcan una y otra vez «nosotros denunciamos las dificultades para emprender y lo punible que es todo». Siguen trabajando la huerta dados de alta en el REAGA, y a pesar de las dificultades quieren «volver a emprender algún día».