El condenado por el crimen de Leixa, en Ferrol, de nuevo ante el juez por agresión sexual a una menor

Bea Abelairas
Bea abelairas FERROL / LA VOZ

FERROL

Juzgados de Ferrol
Juzgados de Ferrol JOSE PARDO

Quedó en libertad, aunque investigado y no podrá acercarse a la adolescente

07 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Tiene 45 años, pero cuando tenía 21 fue detenido, juzgado y condenado por la muerte de su amigo. El conocido como crimen de Leixa, que bien podría ser el argumento de una película de los hermanos Coen: cuando se llevaba una semana buscando a la víctima, este hombre contó en un bar que lo había matado él, pero estaba tan bebido que nadie le creyó. Finalmente el 1 de junio del 2001 la Policía Nacional descubrió los restos mortales del desaparecido desde la madrugada del 30 de junio del 2000. El nombre de este asesino también está asociado al crimen de Monfero, en el que una mujer mató a otra para apropiarse de su hijo. En este caso, él era la pareja de la fallecida y también lo acusaron de maltratarla.

Tras cumplir su condena hace siete años que este naronés está de regreso en la comarca, pero esta semana se vio de nuevo esposado y en los calabozos. En este caso, se le acusa de un delito de agresión sexual sobre una menor de su entorno. Concretamente de la sobrina de su actual pareja. La adolescente le denunció por realizarle tocamientos y el hombre pasó a disposición judicial este jueves.

Lo negó todo y el juez de guardia decretó su puesta en libertad aunque con medidas: tiene prohibido acercarse a la menor a menos de 200 metros y tampoco puede comunicarse con ella por ningún medio. Está investigado por un delito de agresión sexual.

La víctima del crimen de Leixa y su verdugo era amigos. Jorge de los Ríos Pita, un joven de 24 años de la parroquia naronesa de Castro, salió de fiesta una tarde y nunca regresó. Según las investigaciones policiales, esa noche había estado de copas en algunos locales de Ferrol con el condenado, de 22 años y vecino de San Mateo. De madrugada regresaron juntos en un ciclomotor. La sentencia considera probado que la noche del crimen, el condenado se desvió y mató a su amigo golpeándolo con una barra de hierro. Se adentró en el monte y escondió el cadáver.