Ferrol y Luis Mateo Díez reivindican en Madrid a Torrente Ballester, el «poderoso creador de mundos»
FERROL
Darío Villanueva desvela en la Casa de Galicia la presencia de las culturas celta y latina en las raíces del universo narrativo del escritor nacido en Serantes
11 feb 2024 . Actualizado a las 13:19 h.La literatura española ha rendido homenaje en Madrid a Gonzalo Torrente Ballester. Por iniciativa del Ayuntamiento de Ferrol, la Casa de Galicia acogió la noche del martes, en memoria del autor de La saga/fuga de J.B., un encuentro, moderado por Ángel Basanta —autor, por cierto, de una de las mejores ediciones anotadas del Quijote de cuantas hoy se manejan—, que, precisamente en la estela del creador del Ingenioso Hidalgo, reunió nada menos que al último Premio Cervantes, Luis Mateo Díez; a José María Merino, Premio Nacional de las Letras Españolas; y al también novelista Marcos Giralt Torrente, nieto de GTB. Un acto que fue presentado por el biógrafo de Torrente, y actual concejal de Cultura de Ferrol, José Antonio Ponte Far, quien quiso subrayar, ante todo, que «Torrente es un ferrolano al que los ferrolanos no olvidan»; un ferrolano que, por la altura de sus novelas, merece la eternidad.
Durante la mesa redonda, Luis Mateo Díez, dueño y señor de ese prodigio de la fabulación que es el Reino de Celama, destacó de Torrente su calidad de poderoso «creador de mundos». José María Merino, otra de las más grandes voces de las letras contemporáneas, remarcó que GTB ha sido, sin duda alguna, uno de los más brillantes «novelistas europeos». Y Marcos Giralt subrayó la importancia que la casa natal de su abuelo, en Serantes, y todo cuanto la rodeaba, tuvo en la conformación del universo narrativo de don Gonzalo. Un universo a medio camino entre lo racional y lo mágico.
Y el miércoles fue Darío Villanueva, gallego de la Terra Chá, exdirector de la Real Academia Española y uno de los más lúcidos, profundos, rigurosos —y brillantes— ensayistas de la literatura europea contemporánea, quien desveló en la Casa de Galicia un aspecto fundamental de la obra de Gonzalo Torrente Ballester. Y lo hizo, además, de una manera especialmente literaria: señalando la hermandad entre las culturas celta y latina en el universo narrativo del escritor de Serantes. Dos culturas, la de los celtas y la de los romanos, a las que se remontan, respectivamente, esa visión mágica de la realidad y ese afán por ordenar el universo que muchos siglos después, ya en el pleno siglo XX y en la infancia del escritor, hallarían su reflejo (respectivamente, también), en la Galicia do Norte, donde Europa comienza: en ese mundo de ensueños del valle de Serantes, repleto de sombras, piedras viejas, bosque y leyendas; y en el Ferrol urbano, el del barrio de A Magdalena, diseñado en el siglo XVIII por los ingenieros de la Ilustración. De ahí —de todo ello— es de donde surge para la eternidad, como Darío Villanueva supo no solo ver, sino también contar, el irrepetible universo literario del creador de Crónica del Rey Pasmado.
«Torrente fue un gran maestro para todos los escritores jóvenes», dijo el poeta César Antonio Molina, una de las grandes voces de la literatura española contemporánea. El exministro de Cultura, amigo personal de Torrente Ballester, es, además, un gran conocedor de la obra del autor de la trilogía Los gozos y las sombras. Y sigue siendo, por cierto, uno de los mayores defensores de su obra.
Carmen Becerra recordó cómo, a comienzos de los años 60, la literatura de Torrente ya se adelanta a lo que más tarde se habrá de llamar el realismo mágico. Y Miguel Viqueira, habitual participante en las tertulias veraniegas que giraban alrededor de la figura de Carlos Casares y de Torrente, reflexionó sobre la casi infinita sabiduría del escritor nacido en Serantes... y anotó que GTB, además de un escritor magnífico, fue uno de los más grandes lectores que ha dado nuestro país.