Carlos Casares y Gonzalo Torrente Ballester, entre las palabras, la tinta y las fotografías

FERROL

Fundación Carlos Casares

El recuerdo de la amistad que unió a ambos narradores renacerá en Ferrol en un encuentro coordinado por Gustavo Garrido

29 sep 2023 . Actualizado a las 23:32 h.

A las puertas del vigésimo quinto aniversario del fallecimiento de Gonzalo Torrente Ballester (el autor de La saga/fuga de J.B., que había nacido el 13 de junio de 1910, falleció el 27 de enero de 1999), la Fundación Carlos Casares quiere rendir tributo a la memoria del escritor ferrolano recordando la intensa amistad que lo unió al autor de Os escuros soños de Clío. Y ha decidido hacerlo desde Ferrol (las actividades comenzarán en diciembre) utilizando como hilo conductor, además, una faceta de ambos escritores que no es precisamente la más conocida: su común pasión por la fotografía.

«Gonzalo Torrente Ballester e Carlos Casares son nomes inseparables para calquera galego culto —arirma el secretario de la Fundación Casares, Gustavo Garrido—. Sobre todo —subraya— cando o nome dalgún deles vai seguido ou precedido da evocadora palabra tertulia».

Imágenes y textos

Garrido, máximo impulsor de los actos que la Fundación llevará a cabo en Ferrol en vísperas de las Navidades, que incluirán tanto un encuentro de expertos en la obra del autor nacido en Serantes como una exposición fotográfica sobre ambos escritores, reconoce, por cierto, que «antes de 1974 Casares non tiña o mínimo interese pola obra de GTB, debido ao seu pasado falanxista». Pero el caso, añade el secretario de la Fundación Casares, es que «un día Carlos escoitou, por boca de Moreno Báez, profesor seu, que Torrente asinara en 1962 o manifiesto a favor dos mineiros de Asturias, xunto a outros intelectuais, e que o botaran de todos os traballos que tiña».

Y esas palabras de Moreno Báez fueron, para Casares, poco menos que una revelación. De hecho, transformaron por completo la imagen que tenía del autor de El cuento de Sirena. A partir de ese momento, todo cambió.

En la cercanía

«A amizade entre ambos —comenta Gustavo Garrido— alimentouse tamén da proximidade, pois Casares e Kristina Berg establecéronse en Nigrán en 1983, moi preto de La Romana, onde Gonzalo Torrente e María Fernanda Sánchez-Guisande tiñan casa desde dez anos atrás».

Porque además, cuenta Gustado Garrido, que los conoció muy bien a ambos, «Torrente Ballester e Casares coincidían en moitos gustos e non poucos criterios. Eran —recuerda— magníficos narradores orais e posuían unha paciencia tremenda. Aínda que diferían noutros aspectos. Por exemplo —comenta—, a Gonzalo gustáballe a docencia., pero a Carlos, non».

«Uníaos, por suposto, a vocación da escrita —dice Garrido—, pero tamén o gusto pola historia, e a afección pola fotografía. Eran fotógrafos esmerados, de ollo fino e dedo tranquilo».

«Torrente Ballester indagaba coa cámara, buscando ambientes e trasfondos —apunta el secretario de la Fundación Casares—. Carlos retrataba e fixaba momentos, horizontes, sen relación aparente coa súa escrita».

Fundación Carlos Casares

La plaza en Esteiro

A la espera de fijar las fechas definitivas y la ubicación concreta de los diversos actos que se van a llevar a cabo en Ferrol en memoria de Gonzalo Torrente Ballester —estos días mantiene contactos con diferentes instituciones de la ciudad—, lo que sí tiene claro la Fundación es que quiere que sus actos se lleven a cabo en diciembre, antes de las fechas navideñas, y alrededor de un lugar muy concreto: la plaza que lleva el nombre de Carlos Casares. Una plaza que en realidad es un jardín: el jardín situado junto la biblioteca del Campus, la Casa do Patín.

 

Dos personalidades irrepetibles

 Una literatura escrita, también, en el aire

Tanto Gonzalo Torrente Ballester como Carlos Casares fueron magníficos conversadores. Ambos eran herederos de la vieja tradición gallega de contar en voz alta. Recordaban con auténtica fascinación las historias que habían escuchado de niños. Y eso quedaba patente al escucharlos hablar en cualquier tertulia.

Fascinación por los clásicos

Ambos escritores poseían una extraordinaria cultura humanística, a la vez que un profundo conocimiento de la esencia del alma gallega. Los clásicos los fascinaban, pero a su vez eran hijos de una Galicia que hunde sus raíces en el fondo de las edades. El reflejo de todo ello aporta a sus respectivas obras una decidida vocación de trascender: de ir más allá, siempre hacia la universalidad.

Compromiso con quienes sufren, con los más débiles

Torrente y Casares, en apariencia tan diferentes y en el fondo tan parecidos, eran personas de una inmensa generosidad, siempre comprometidas con quienes sufren, siempre al lado de los más débiles. Jamás cerraron los ojos ante el dolor ajeno.