Además del «peligroso» viaducto sobre la AP-9, los vecinos se quejan de una casa en ruinas, un lavadero abandonado y una senda que es «una selva intransitable»
19 jul 2023 . Actualizado a las 16:48 h.Isabel Beceiro ha vivido toda la vida al borde de la carretera de Xoane, en Ferrol, y todavía recuerda los tiempos en los que las vecinas de la zona acudían al lavadero de piedra a hacer la colada y compartir confidencias. Hoy aquel bucólico rincón se ha convertido en un estanque lleno de suciedad e invadido por la maleza. «Mi padre ayudó a restaurarlo, pero ahora está hecho una pena», se lamenta.
Ese enclave es solo uno de los «puntos negros» que los vecinos se han decidido a sacar a la luz a raíz del accidente registrado el pasado 13 de julio de madrugada en el puente de Xoane sobre la AP-9, cuando un vehículo se salió de la vía y quedó colgando del viaducto. La policía ya ha identificado al conductor y a otro ocupante, pero los vecinos no quieren pasar página sin más, sino todo lo contrario. Creen que el suceso tiene que servir para poner el foco en la «peligrosidad» del viaducto y, al mismo tiempo, reclaman medidas para mejorar su seguridad, como «barandas máis fortes e cun espazo menor entre elas, así como biondas entre a estrada e as beirarrúas para protexer aos peóns que diariamente pasan por ahí».
Así lo subraya en un escrito dirigido a la Diputación (el organismo del que depende la carretera de Joane) un vecino del lugar, José Andrés Pérez Otero, quien en la misma carta también hace mención a otros puntos negros de la zona, como una pequeña área de esparcimiento con bancos situada junto al puente, a una altura de unos diez metros sobre la AP-9, que no tiene más protección que «un aramio que está a punto de caer». O una casa en ruinas de la que «caen cascotes sobre a beirarrúa» y la única solución que se adoptó hace un año fue «poñerlle unha cinta» para que «non pasase a xente».
Sobre el terreno, Isabel Beceiro hace de cicerone para mostrar esos dos puntos negros. «Esta casa es un auténtico peligro, porque a pesar del precinto la gente sigue pasando por la acera y en cualquier momento pueden caer cascotes o algún cristal», advierte junto a la edificación en ruinas que todavía luce los números 74, 72 y 70 en su fachada y un viejo y ajado cartel de «Se vende».
En el pequeño parque con bancos situado junto al puente, que se ha precintado parcialmente tras el accidente de la semana pasada, Isabel muestra la débil alambrada que lo separa del abismo. Y continúa la ruta encaminando el paso hacia el antiguo lavadero de Xoane, totalmente abandonado y engullido por la maleza, al igual que la senda peatonal que lo flanquea y continúa su recorrido hacia A Malata. «Esto no es una senda peatonal, sino una selva intransitable y un nido de ratas. Nos tienen totalmente abandonados», lamenta.