Don Uxío al teléfono, los cien años de la señora Marina y un dietario

Ramón Loureiro Calvo
Ramón Loureiro CAFÉ SOLO

FERROL

El escritor Antonio Pereira, en una de us últimas imágenes.
El escritor Antonio Pereira, en una de us últimas imágenes. JESUS GARCIA

28 may 2023 . Actualizado a las 04:29 h.

Quería yo contarles, y casi se me olvidaba, la inmensa alegría que me produjo, hace un par de días, recibir una llamada de José Bello Lagüela, que durante décadas, como ustedes saben, fue párroco de San Nicolás de Neda, y que hoy dirige la residencia sacerdotal del Real Seminario de Santa Catalina, en Mondoñedo, además de ser canónigo de la catedral. Él se encontraba, en ese momento, con Uxío García Amor, otro gran amigo mío —un amigo muy admirado y muy querido—, que quería hablar conmigo un rato por teléfono.

García Amor, que si las cuentas no me fallan tiene ahora 96 años, es, además de un maravilloso ser humano, un gran músico y un gran poeta. Muy unido, por sólidos vínculos de afecto, a Ferrol —durante un tiempo, y hasta la llegada del obispo Gea Escolano, fue el máximo responsable, como administrador, de la Diócesis—, acaba de celebrar los 70 años de su ordenación sacerdotal. Estudió Teología y Sagrada Escritura en Roma, estuvo siempre muy vinculado a Cáritas, ejerció la docencia en el ámbito universitario en centros como el Instituto Superior de Ciencias Religiosas San Agustín —en el que si copiabas hacía como que no se daba cuenta— y, en reconocimiento a su extraordinaria trayectoria pastoral y humana, recibió de la Santa Sede, durante el pontificado de Benedicto XVI, el título de Prelado de Honor de Su Santidad el Papa.

Hablar con don Uxío siempre ha sido para mí —y discúlpenme la confidencia—, aunque se trate de una conversación por teléfono, como ver la luz al final de un inmenso túnel. En él habita la esperanza. Y esta vez no me acordé de decirle, por cierto, que aunque la posibilidad de promover la beatificación de don Gabriel Pita da Veiga —sacerdote nacido en Ferrol Vello de cuya santidad dio testimonio tantas veces García Amor— sigue siendo, por la complejidad del proceso, un objetivo a largo plazo, al menos ahora se está buscando ya una fórmula para perpetuar su memoria, y para legar su ejemplo a las generaciones futuras.

Quería contarles yo también, ya en otro orden de cosas, que otra gran amiga mía, Marina Seco, a Señora Marina de Padín, estuvo el domingo de cumpleaños. Cien años cumplió Marina, para ser exactos. Y para celebrarlo nos reunimos en O Balado, en Sillobre, casi un centenar de personas, entre las que estaba Sito Sedes, el legendario vocalista de Los Satélites. Gran lectora, Marina es una fiel devota del Quijote, además de admiradora de Xaquín Marín. Y ahora ya no sale a caminar, como antes, pero todos los días hace gimnasia.

(Por cierto: estoy releyendo Oficio de mirar, el dietario que Antonio Pereira dejó inédito cuando marchó al otro lado del río, a habitar lo que nosotros llamamos muerte. Una obra formidable. Es como oír hablar a Antonio de nuevo).