Del Xistral al Atlántico

José Picado ESCRIBANÍA DE MAR

FERROL

12 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

El bosque de ribera más bello del mundo cuenta con quinientos habitantes censados entre Cabanas, Pontedeume, A Capela, Monfero y As Pontes. Lo cuidan, lo trabajan, lo usan y lo gestionan desde tiempos antiguos. Antes lo hicieron otros, con monjes benedictinos en el monasterio de Monfero y religiosos anacoretas en el cenobio de Caaveiro como vecinos. Nobles poderosos de apellido Traba, Bermúdez, Osorio y Andrade. Pescadores, madereros, ganaderos, agricultores, cazadores y recolectores de castañas que construyeron las curripas que todavía están en pie. Hombres de todo oficio y condición, acompañados por ánimas en pena, brujas, meigas y la Santa Compaña, que jamás falta en una fraga respetable y bien considerada.

El Parque Natural de las Fragas del Eume acaba de ser bendecido por los políticos conservadores de la Xunta de Galicia con la aprobación del PRUX, Plan rector de uso e xestión, después de veinticinco años de borradores, reuniones, desacuerdos, aplazamientos y todo tipo de excusas poco cabales. Los alcaldes de los ayuntamientos por los que transcurre la fraga, todos socialistas por obra y gracia de los dioses de las casualidades, querían la aprobación del plan pero no de la guisa en que se produjo. Dicen que no se atendieron las alegaciones de muchos propietarios particulares, que no se fijaron convenientemente las compensaciones a que tienen derecho por las limitaciones de uso, que no se establecieron bien los posibles aprovechamientos forestales y cosas así. Y así quedaron las cosas, por el momento. Hay plan, hay presupuesto, hay asuntos pendientes y hay rifirrafe político, como no podía ser de otra manera por extraordinaria y excepcional que sea la historia, la biodiversidad y los bienes naturales y etnográficos a proteger.

El río Eume nace en la sierra do Xistral y desemboca mansamente en la ría de Ares, la central del Golfo Ártabro, aguas de la mar océana Atlántica para más señas. El río Eume riega y protege en sus orillas unas fragas frescas, húmedas, repletas de robles, castaños, laureles, avellanos, abedules, acebos y algunos eucaliptos intrusos. Decenas de especies de helechos y líquenes; de salamandras, ranas y sapos endémicos; de azores, búhos, mirlos acuáticos, milanos y halcones peregrinos; de nutrias, corzos, jabalíes y tejones; de truchas, anguilas, reos y salmones; y brumas, silencios, murmullos y hasta cantos de las sirenas de las Mirandas que asoman bajo los arcos del puente de Pontedeume.

Dicen que el nuevo plan de usos y gestión de las Fragas del Eume servirá para su conservación, cuidado del paisaje y mantenimiento de su biodiversidad. Y que es un paso más para alcanzar la categoría de geoparque de la Unesco, asunto nada desdeñable. Lo veremos, o no.