De librería de ocasión a rincón consagrado al café de especialidad en la calle Real de Ferrol
FERROL

Quinze, que subirá la persiana en el local de la antigua Jauja, es el nuevo sueño emprendedor de dos amigas: una médica y una exdependienta de Inditex
27 ene 2023 . Actualizado a las 20:56 h.Cuando Massimo Dutti bajó la persiana en el centro comercial Odeón de Narón en el verano del 2021, a la ferrolana Irene López se le planteó un dilema: o seguir trabajando para Inditex en un almacén o poner en marcha su propio negocio. Tras casi veinte años de trayectoria en el gigante de A Gándara, las dudas planeaban sobre su cabeza. Pero ahí estaba su amiga Susana Núñez, una médica ferrolana afincada en Barcelona, para darle el «empujón» que necesitaba.
Las dos amigas, y ahora también socias, verán cumplido aquel sueño emprendedor que empezaron a urdir un buen día en un paseo por la playa de Doniños a mediados de la próxima semana, cuando inaugurarán Quinze Café en un local con mucha historia de la calle Real de Ferrol. Abre sus puertas en el número 69 y es el mismo en el que antaño funcionaba la zapatería Zubieta y en el que después subió la persiana la librería Jauja, aquel refugio para los amantes de los libros antiguos y de ocasión.
«El local nos enamoró por su ubicación y también porque está en un edificio precioso, que ha sido rehabilitado integralmente», explica Irene.
A pocos días del estreno, en el ambiente hay muchos nervios y a las dos amigas se les agolpan las ideas al tratar de explicar la esencia de su negocio. Pero lo principal lo tienen claro las dos. «Lo que nos diferencia es que ofreceremos cafés de especialidad, que es algo que ahora están muy en boga en grandes ciudades, pero que aquí todavía se desconoce. El café de especialidad es diferente al comercial, proviene de pequeños productores de distintas partes del mundo y se caracteriza porque se cultiva de forma tradicional y sostenible. Tiene un sabor increíble y no necesita azúcar, porque no es amargo. Además, tiene que obtener una puntuación de 80 puntos o más sobre 100 dentro de un sistema evaluado por catadores profesionales (los llamados Q Graders)», resume Irene, ya que se ha formado como barista en Barcelona.
Pero, además, Quinze completará su oferta con otras apuestas. Susana explica su fuerte serán los desayunos, tanto dulces como salados (con batidos, boles de frutas y tartas y bizcochos elaborados de forma artesanal en el propio local), pero también los vinos al mediodía acompañados de un picoteo selecto, en el que no faltarán los quesos, el jamón o los patés vegetales. De momento abrirá solo hasta las cuatro de la tarde, «porque primero hay que rodar», advierte Irene. Y uno de sus pilares será su sello local, ya que las dos amigas han querido apostar por proveedores de la zona y productos de proximidad.
«Para los uniformes contamos con la colaboración de Slow Basic, que es una firma de aquí que fabrica sus prendas con algodón orgánico; Flores de mis amores nos ha asesorado en lo que respecta a la decoración con plantas; el pan nos lo servirá la Panadería Binuca de Neda, que hace una panes artesanales impresionantes; y las frutas y verduras vendrán de Amorodos, que es una tienda de la carretera de Catabois con unos productos de enorme calidad», destaca Irene.
De la decoración del local se han encargado las dos amigas, que han querido conservar algunos de los elementos que hablan del pasado del edificio —como los techos altos y la piedra de las paredes—, pero al mismo tiempo le han otorgado un aire actual con muebles modernos y funcionales. Mientras hablan, Irene llama la atención sobre una pared diáfana, de la que no cuelga ningún adorno ni cuadro. «La hemos querido dejar así, como si fuera un lienzo en blanco, para que los artistas de la zona puedan venir aquí para organizar exposiciones y dar a conocer su obra», comenta ilusionada.
Susana insiste en que su amiga será la «jefa» del negocio, mientras que ella le prestará todo su apoyo desde Barcelona. «Nunca es tarde para emprender y reinventarse y ella es la prueba», comenta en referencia a Irene. La charla llega a su fin, pero en el tintero aún queda una pregunta: ¿Por qué Quinze y por qué con Z? «Esa es una historia divertida —anota Irene—. Antes de encontrar este local miramos otro en la calle del Carmen. No tenía número, pero como el de al lado era el 13, pensamos que era el 15. Yo le empecé a llamar ‘el 15' y ya le quedó el nombre, aunque después descubrimos que era el 11. Por eso al venir aquí decidimos llamarlo así, y cambiamos la c por la z, porque para nosotras este es un lugar distinto, especial». «Y además —añade Susana entre risas—, nosotras somos de todo menos convencionales».