La Pasión del Norte y la luz que amamos

Ramón Loureiro Calvo
Ramón Loureiro CAFÉ SOLO

FERROL

15 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Permítanme ustedes que traiga hasta aquí un viejo recuerdo personal, al que necesariamente preciso acudir hoy para explicar lo que de verdad quiero contarles. El caso es que, a comienzos de los años noventa, cuando Galicia adquirió un especial protagonismo, a nivel internacional, en el mundo de la fotografía —en buena medida gracias a la Fotobienal de Vigo, a todos cuantos de una forma o de otra estuvieron vinculados a ella y a la impagable labor de esos dos verdaderos eruditos, además de magníficos artistas, que son Manuel Sendón y Xosé Luís Suárez Canal—, hasta yo mismo tuve —aunque, como es obvio, de una manera bastante más modesta— una cierta relación con el fotodocumentalismo. Para entendernos, con la fotografía humanista. Y aquello dio lugar a dos ensayos fotográficos de los que, a su vez, nacieron sendos libros y un par de exposiciones itinerantes.

El primero de aquellos proyectos, que tanto le deben al magisterio de Koldo Chamorro, fue Acero sobre el agua, un ensayo que tenía por escenario el astillero ferrolano de Bazán y que rendía homenaje a los trabajadores del sector naval, verdadero e histórico símbolo, con sindicalistas como Julio Aneiros y Rafael Pillado, de la lucha por las libertades en España. El segundo fue Aspontes, un ensayo fotográfico dedicado «aos que fan luz do carbón». Y había, además, un tercer proyecto, que por desgracia abandoné, no se por qué, cuando apenas lo había empezado: un ensayo sobre la simbiosis económica entre el sector primario y el secundario; un trabajo que tenía como hilo conductor el día a día de familias de las tierras del Eume cuyos miembros compaginaban la labor en industrias como las del metal con el cuidado de las explotaciones agrarias, especialmente granjas de producción láctea.

Todos los negativos que generaron aquellos proyectos llevan tres décadas archivados. Pero además existían otras imágenes distintas, cuya existencia había olvidado yo por completo, y que he recuperado, por pura casualidad, al hallar, traspapelada en un cajón, la carpeta en la que ese material se guardaba. Son imágenes de la Semana Santa de Ferrol, tomadas todas ellas en el año 1990. Imágenes, según compruebo, captadas con la misma intención que impulsó el nacimiento de Acero sobre el agua y Aspontes: el deseo de hacer del fotodocumentalismo, y de la fotografía humanista, una manera de mirar el mundo no como quien lo contempla desde fuera —como si de algo ajeno a él se tratase—, sino desde dentro. «Para ver, hay que comprender», le escuché decir un día a Sebastiao Salgado. Me ha emocionado recuperar esos negativos. Para mis ojos, esas imágenes de mi Leica son un viaje, además de una casa. Un verdadero regalo. La vida nos devuelve a veces la luz de las cosas que amamos.