Rosa Arroyo, la oftalmóloga de Ferrol que lucha contra la ceguera en el Chad: «El altruismo es de las mejores recetas para ser feliz»

BEATRIZ ANTÓN FERROL / LA VOZ

FERROL

En el 2006 participó en su primer viaje de cooperación sanitaria. Y ya no pudo parar. «Intentamos dar solución a patologías que resultan muy invalidantes»

27 dic 2022 . Actualizado a las 15:28 h.

Cuenta Rosa Arroyo que ya en sus años de estudiante de Medicina se sentía atraída por la cooperación sanitaria, pero no fue hasta el 2006 cuando las circunstancias le permitieron dar el paso. De la mano de la oenegé Solidariedade Galega, participó en una expedición a Nicaragua. Y asegura que aquella experiencia le cambió la vida. «Supuso un antes y un después», reconoce esta oftalmóloga con más de 30 años de experiencia en el Complejo Hospitalario Universitario de Ferrol (CHUF).

Desde entonces, la facultativa ha dedicado parte de sus vacaciones a proyectos sanitarios en diferentes partes del mundo y bajo el paraguas de distintas oenegés. Con la Fundación Ulls del món viajó a los campamentos de refugiados saharauis de Argelia. También consultó y operó en Burkina Faso en una expedición organizada por Medicus Mundi. Y en el 2017 se estrenó como cooperante de la Fundación Ilumináfrica en la República del Chad, a donde ya ha viajado en tres ocasiones. La última de ellas fue el pasado mes de noviembre, entre los días 11 y 26, cuando Arroyo participó en un voluntariado en Dono Manga, una localidad rural situada al sur del país, junto a otros especialistas procedentes de diferentes rincones de España. «En total éramos cuatro oftalmólogas, una enfermera, tres ópticos y un médico de familia», detalla la especialista.

Tras un largo viaje en avión que incluyó tres escalas y un día y medio de trayecto por carreteras destartaladas, los miembros del equipo recalaron en Dono Manga, donde, con el apoyo de tres religiosas del Hospital de Saint Michel tituladas en enfermería, no pararon de operar y consultar durante dos intensas semanas. «Lo que más hicimos fueron operaciones de cataratas blancas bilaterales, una patología que produce cegueras evitables y que solo se pueden solucionar con cirugía», explica Arroyo.

Rosa Arroyo, en su consulta de oftalmología del Hospital Naval de Ferrol, perteneciente al CHUF
Rosa Arroyo, en su consulta de oftalmología del Hospital Naval de Ferrol, perteneciente al CHUF CESAR TOIMIL

De esta forma, el equipo devolvió la visión a un buen puñado de mayores aquejados por la dolencia, pero también a muchos jóvenes, ya que, según explica Arroyo, en el Chad las cataratas aparecen de forma mucho más precoz que en España debido a una mayor exposición a la radiación solar y a los traumatismos que sufre la población, que también son más frecuentes por la mayor incidencia de caídas y accidentes de tráfico.

¿Cuál es la reacción de los pacientes cuando por fin recuperan la vista? «Por supuesto se alegran y lo agradecen, pero ellos no son muy expresivos en su emociones y lo que les caracteriza es la resignación ante la enfermedad. Tienen interiorizado que es algo que no pueden evitar», comenta Arroyo, que también trabaja por llevar ayuda sanitaria a los países más desfavorecidos como vicesecretaria de la Fundación para la Cooperación de la Organización Médica Colegial.

Además de las operaciones de cataratas, en Dono Manga el equipo también llevó a cabo cirugías paliativas para evitar el dolor que producen las cicatrices provocadas en la córnea por el tracoma, un enfermedad infecciosa que causa ceguera irreversible y que supone un auténtico problema de salud pública en el Chad.

Además, de cara al futuro, los cooperantes de Ilumináfrica se han marcado el reto de poder actuar también sobre el glaucoma. «Hay que conseguir como sea que la medicación llegue a las zonas rurales, porque ahora carecen de ella, y también queremos formar al personal local en el posoperatorio de las cirugías de esta dolencia, porque es más largo y va más allá del tiempo que duran nuestras estancias», explica Arroyo.

Echando la vista atrás, Rosa no se olvida de mentar a sus «madrinas» en el mundo de la cooperación sanitaria —Fina Pombo y Minuca Pintado, dos oftalmólogas ya jubiladas de A Coruña—, que fueron las que la animaron y arroparon en su primera expedición a Nicaragua. Y asegura que poder aportar su granito de arena en el Chad no podría resultar más gratificante. «No atendemos problemas que causan muertes, como el paludismo o la desnutrición, pero al menos intentamos dar solución a patologías que resultan muy invalidantes. ¿Qué supone eso para mí? Yo siempre digo lo mismo y es que el altruismo es una de las mejores recetas para ser feliz», concluye convencida la oftalmóloga.