Cruz Roja busca a familias de acogida para casi 20 menores de la provincia

BEATRIZ ANTÓN FERROL / LA VOZ

FERROL

Carmen Barberi y Pepa Jul viven en Curtis y tienen acogidos a tres menores en su casa a través del programa Familias Acolledoras de Cruz Roja
Carmen Barberi y Pepa Jul viven en Curtis y tienen acogidos a tres menores en su casa a través del programa Familias Acolledoras de Cruz Roja cedida

Entre los niños que están a la espera hay varios grupos de hermanos

29 nov 2022 . Actualizado a las 17:22 h.

El programa Familias Acolledoras de la Xunta, que gestiona Cruz Roja, tiene un objetivo claro: ofrecer un hogar temporal a niños que por cualquier circunstancia se encuentran en situación de riesgo, desamparo o desprotección social y por ello se encuentran bajo la tutela de la administración autonómica. Según los últimos datos aportados por la entidad, un total de 113 menores de la provincia coruñesa viven actualmente con una familia de acogida gracias a este programa. Pero Cruz Roja también advierte de que otros casi veinte (en concreto, 19) se encuentran a la espera de que alguien les abra las puertas de su casa para obtener protección y cuidados en un «ambiente familiar», a la espera de que se resuelva el problema o circunstancia que los ha llevado a estar separados de su familia biológica.

Aunque la de A Coruña es la provincia gallega con más familias acogedoras —un total de 150—, no todas están disponibles justo cuando se las llama o se ajustan al perfil del menor que precisa la ayuda. «Por eso siempre hacen falta familias dispuestas a colaborar», recalca Laura Cerviño Trillo, directora provincial de Infancia, Juventud y Mujer de Cruz Roja en A Coruña.

En este sentido, Cerviño explica que entre los casi veinte menores que están a la espera de hallar un hogar en la provincia se pueden encontrar varios grupos de hermanos, un perfil para el que resulta «especialmente complicado» encontrar familias de acogida, como también ocurre con los adolescentes, preadolescentes o niños con alguna discapacidad. «Hay personas que no cuentan con suficiente espacio para acoger a más de un niño, pero también hay que tener en cuenta que se trata de situaciones más complejas y no todas las familias se sienten preparadas para hacerles frente», anota Cerviño.

La mayoría de los menores que están a la espera de una familia de acogida en estos momentos son de la zona de A Coruña y Santiago, aunque también hay algunos de las comarcas de Ferrol, Barbanza y Bergantiños. La proximidad de la familia acogedora al lugar de residencia del menor es un factor que se valora, para facilitar así los contactos periódicos del niño con su familia biológica, pero no resulta imprescindible.

CARMEN BARBERI Y PEPA JUL, PAREJA CON TRES ADOLESCENTES ACOGIDOS

«Es lo más satisfactorio que hemos hecho en la vida»

A Carmen Barberi y Pepa Jul les encantan los niños y cuando se enteraron de que existía el programa Familias Acolledoras de Cruz Roja no dudaron en apuntarse. «Pensamos que no íbamos a poder inscribirnos, porque por aquel entonces no estábamos casadas, pero en Cruz Roja nos dijeron que eso daba igual y que lo verdaderamente importante era que les pudiésemos ofrecer un ambiente de estabilidad a los niños, así que decidimos seguir adelante», rememora Pepa, que vive junto a su pareja en el municipio coruñés de Curtis.

La experiencia comenzó en el 2015 con el acogimiento de dos hermanos (un niño y una niña) y hace tres años se amplió con la llegada de otra menor. Los tres siguen viviendo con Carmen y Pepa, solo que ahora ya no son niños, sino adolescentes (dos de ellos de 15 años y otra de 12). «Tenerlos durante todo este tiempo y ver cómo han ido creciendo y madurando es algo que no tiene precio. Sin duda ha sido lo más satisfactorio que hemos hecho en la vida», sentencia Carmen.

Ambas reconocen que la experiencia no está exenta de dificultades. «Cuando llegó la niña, por ejemplo, los hermanos se celaron un poco, pero es algo que lograron superar y ahora los tres se llevan muy bien», expone Pepa, mientras que Carmen apunta que la relación con las familias de los menores no siempre resulta fácil. Además, las dos tienen claro que el momento de la separación será «doloroso». «Nosotras sabemos que llegará el día en que se tendrán que ir y lo pasaremos mal, pero es algo que tenemos asumido y que no nos asusta, porque estamos seguras de que seguiremos manteniendo el contacto con ellos», señala Carmen.

Pero, pese a todas las dificultades que puedan surgir, tanto ella como su pareja aseguran que la experiencia merece la pena. «El amor y el cariño que recibimos de ellos lo compensa todo, y además, si surge algún problema, siempre podemos contar con la ayuda de nuestros padres y con el apoyo de Cruz Roja, donde hay un equipo de psicólogos y trabajadores sociales siempre dispuestos a ayudar».

Por eso no dudan en recomendar la experiencia a amigos y familiares y recalcan que acoger a un niño «no es tan difícil como se pueda pensar», aunque reconocen que supone un esfuerzo tanto económico como de tiempo y dedicación. «Si no tuviésemos a tres menores acogidos seguramente nos sobraría el dinero, pero preferimos que no nos sobre y poder cuidar de ellos», concluye Pepa.

AIDA MOSQUERA

LAURA CERVIÑO, RESPONSABLE DE INFANCIA, JUVENTUD Y MUJER DE CRUZ ROJA PROVINCIAL

«Esta labor tiene muchísimo mérito»

Laura Cerviño, directora provincial de Infancia, Juventud y Mujer de Cruz Roja, insiste en que no hay que confundir la acogida con la adopción, ya que se trata de algo totalmente diferente. «Cuando una familia acoge a un niño tiene que tener claro que es una situación temporal y en la que va a prevalecer que el menor mantenga el contacto con su familia biológica», remarca. Además, añade que la labor que hacen las familias de acogida tiene «muchísimo mérito porque hacerse cargo de un niño implica una gran dedicación y en muchos casos son menores que se encuentran en situaciones complejas por su historia de vida», comenta.

En cuanto a los requisitos para participar en el programa, Cerviño explica que cualquier persona puede colaborar, independientemente de su sexo, edad o estado civil. «Lo realmente importante es que quiera hacerlo y disponga de tiempo suficiente para cuidar del menor», expone.

También apunta que las familias que desean participar en el programa deben pasar por diversas fases. Primero tienen que asistir a una sesión informativa y un curso de doce horas; después hay que remitir su documentación a la Xunta; y finalmente deben pasar por una entrevista de valoración tanto en la Cruz Roja como en su propio domicilio. Tras ese proceso, si la evaluación resulta positiva, obtienen la «idoneidad» y ya pueden a entrar a formar parte del programa.

¿Qué es lo que más destacan las familias de la experiencia? «Todas te hablan de la satisfacción que supone poder ayudar a menores que lo necesitan, pero también recalcan lo mucho que reciben de esos niños. No solo dan, también reciben».