La nueva vida de Alicia Villegas como nutricionista en Ferrol

Carla Elías Martínez
Carla Elías FERROL

FERROL

JOSE PARDO

La exjugadora del Baxi apuesta por emprender en la urbe naval: «Me gusta mucho, estoy cómoda y tiene playa», valora

25 oct 2022 . Actualizado a las 11:40 h.

 El partido de la temporada pasada en el que el Baxi visitó la cancha del Movistar Estudiantes marcó un antes y un después en la vida de Alicia Villegas (Tarragona, 1994). La base del Baxi se rompía los ligamentos de su rodilla izquierda por tercera vez en su carrera. Decía adiós a la temporada y este verano anunciaba su retirada del baloncesto profesional.

Y ahora, ¿qué? «¡Toca buscar trabajo!», bromea. La tarraconense apuesta por emprender con un proyecto ligado a su formación académica en Nutrición Humana y Dietética. «Empiezo la asesoría online y me gustaría compaginarlo con sesiones presenciales», explica. Se ha especializado en nutrición deportiva —se ha formado en la especialidad, también con un curso específico de fútbol con la academia del Barcelona— pero está abierta a cualquier persona que necesite asesoría por cualquier patología relacionada con la rama. Un proyecto que impulsa en Ferrol. «Me gusta mucho, estoy cómoda y tiene playa, un imprescindible del lugar donde quiero vivir, y las de Ferrol son una pasada. Aunque si que es cierto que los inviernos son un poco más duros», valora. La exjugadora nunca se marchó de la urbe naval. «Me operaron en Ferrol, la recuperación ya la he estado haciendo aquí, y sigo en la clínica Brage, a los que estoy muy agradecida», explica. Villegas dejó huella en una ciudad que se volcó en animarla cuando tuvo que pasar por quirófano. «Se agradece y anima mucho. Me sorprendió recibir mensajes de la afición, otros clubes y jugadoras, gente que solo me ha visto jugar... Es un plus que ayuda a levantar cabeza», agradece.

Ahora sigue al Baxi como una aficionada más. «Están haciendo muy buena temporada, al final Lino gestiona muy bien al equipo y el juego que tiene es chulo», ensalza. Reconoce que asistió nerviosa al primer partido que pisó A Malata como público. «El año pasado estaba ahí y de repente cambió mi vida radical. Antes de entrar estaba nerviosilla, pero lo llevé bastante bien. Lo echo de menos, han sido muchos años jugando, pero lo he llevado mejor de lo que pensaba antes de entrar al pabellón el primer día», comenta.