Otros paraísos

Nona I. Vilariño MI BITÁCORA

FERROL

08 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Acabo de releer una bitácora que aún siento viva: «Pequeños paraísos». Esos que descubro en mis paseos por una naturaleza que dibuja paisajes en los que, además de la belleza de mil matices, habitan fantasmas, hijos de la decadencia de una comarca atrás próspera que espera, año tras año, su resurrección. El medio natural que la enmarca, increíblemente hermoso, resiste los intentos de ser destruido gracias al espíritu indomable de quienes creen que el progreso no depende solo de la industria, sino también de la protección de un patrimonio natural y cultural que esconde millones de euros de recursos renovables e indestructibles, si se los protege adecuadamente.

Es una mañana entreverada de grises y dorados. Las nubes apagan el brillo de un todavía tímido sol y desdibujan la silueta de grúas ociosas que deberían ser tocadas por el arte y simbolizar el cambio del esplendor industrial perdido al realismo mágico de la eólica naciente. Muy cerca, la silueta, casi anoréxica, de unos buzos colgados tiempo ha como cuerpos sin vida, es el patético aviso de que algo sigue agonizando detrás de la muralla…

Ahora que se anuncian rachas de viento electoral, escribo esta inicial llamada a unos candidatos que necesitarán mucho trabajo, imaginación y credibilidad para romper la resignación que está paralizando la fuerza de la sociedad civil, cansada de esperar los paraísos prometidos. Y porque sigue creyendo que (parábola de los buzos) por mucho tiempo que nos dejen colgados nunca podrán destruirnos. Tenemos otros paraísos por encontrar y por construir desde nuestras raíces, que necesitan agua fresca y limpia, no «entregas a cuenta» pero, hacer, hacer… nada.