Ramón Vázquez, del club Renbu-Kan: «Soy más guerrero que competidor, perdí muchas medallas teniéndolas cerca»

Bea Abelairas
Bea abelairas FERROL / LA VOZ

FERROL

Ramón Vázquez, en su club deportivo
Ramón Vázquez, en su club deportivo JOSE PARDO

Dirige el centro más antiguo: «Lo nuestro es el deporte a los 80, sin complementos»

11 ene 2023 . Actualizado a las 16:44 h.

Cuando se menciona el nombre de Ramón Vázquez Estévez las caras de muchos padres en Ferrol se iluminan: «Moncho es genial con los niños, lo adoran», coinciden, por separado, dos de ellos. Y eso que enseña una disciplina tan exigente como el kárate en el club Renbu-Kan. Lo hace con éxito: una de sus alumnas, Lucía Guerrero, está en la selección nacional y entre las cien primeras del mundo, pero además de sus aulas es Ana de la Muela, que llegó al cuarto puesto en el ránking mundial. Y muchos más pupilos han llegado lejos en competiciones de la mano de este entrenador que sabe mucho de presión.

«He tenido mucha suerte con ellos, pero yo, como karateca tuve peor fortuna en las competiciones nacionales, aunque me considero más guerrero que competidor, debo ser de los españoles que más medallas nacionales ha perdido teniéndolas en la mano, tengo un montón de cuartos puestos», dice con una sonrisa y sin ápice de disgusto. Ramón aprendió de su padre, que se llama como él y como su nieto, que ya destaca en el tatami. Su otra hija Julia tiene cuatro años y aún no se ha iniciado, pero es una gran bailarina.

«El maestro de mi padre se llamaba Takayuki Hori: se murió hace poco y fue pionero del kárate en España, así que mi padre fue el responsable de traerlo a Ferrol y a Galicia», cuenta en uno de los pocos descansos que tiene a lo largo de la jornada, porque la pandemia ha forzado ajustes en su querido club. «Nuestra filosofía es la de fomentar nuestras disciplinas y ser una gran familia, mucho más allá de ganar medallas o dinero, evidentemente los trabajadores del club tienen que cobrar, pero si nuestro objetivo fuera únicamente la de ganar dinero lo habríamos dejado hace años, lo nuestro es el deporte y sus valores como hábito y no como imagen, sin complementos, somos ochenteros». No solo lo dice, sino que lo demuestra, porque cuando pone ejemplos de vida a sus hijos siempre apela a deportistas, como su ahijada Noa, forjados en el Renbu-Kan, que abrió en el 82, dos años antes de que Moncho naciese.

A él le hubiese gustado hacer la carrera de INEF o fisioterapia, pero «como soy hijo de autónomo estudié imagen y sonido y ya cogí el relevo en el club», confiesa sobre un centro en el que cada profesor es un peso pesado en lo suyo: su hermana Montse se encarga de las clases que ponen el acento en el ejercicio cardiovascular y fue una de las pioneras del aeróbic en la ciudad; mientras que Cristina Pérez Lago lleva los grupos de danza. La persona que entra por la puerta paga 37 euros al mes y puede probar todas las disciplinas que desee bajo la supervisión de unos monitores con larga experiencia. «No hay edad para casi ningún deporte, hace poco llegaron una madre y una hija de 60 y 30 años que querían practicar kárate, así que empezaron las dos, pero la que sigue es la madre, claro que yo adapto las clases a cada persona», explica sobre un modelo de trabajo riguroso y bastante ajeno a las redes sociales.

«Nadie se hace selfis en nuestra sala de pesas, pero también es cierto que estamos muy a gusto, es un ambiente muy familiar», reconoce poco antes de salir hacia un espacio deportivo donde muchos chavales interiorizan valores al tiempo que un arte marcial. «Nunca se nos ha dado el caso de adolescentes que se metan en peleas, el kárate también es autocontrol y concentración, no tiene nada que ver con otras disciplinas de combate, aquí no aprendes a atacar, sino a defenderte y a tener equilibrio».

Yo me veo...

Como un deportista profesional que tuvo mala suerte en las pruebas nacionales: me considero más guerrero que competidor, debo ser de los españoles que más medallas nacionales ha perdido teniéndolas en la mano