Manuel Isorna Folgar: «A mayor tiempo delante de las pantallas, peor salud mental»

BEATRIZ ANTÓN FERROL / LA VOZ

FERROL

Manuel Isorna es experto en conductas aditivas y profesor en la Universidad de Vigo
Manuel Isorna es experto en conductas aditivas y profesor en la Universidad de Vigo Álvaro Vaquero

El doctor en Psicología y experto en conductas adictivas, hablará este jueves sobre el desafío de educar a los adolescentes del siglo XXI en la sede ferrolana de Afundación

18 oct 2022 . Actualizado a las 18:05 h.

Educar a un adolescente nunca ha sido una tarea sencilla, pero en los últimos años han entrado en juego nuevos factores que han desorientado aún más a los padres: el uso del móvil, Internet, el acceso a la pornografía, los videojuegos, las redes sociales o el inicio cada vez más temprano en el consumo de drogas. De todos estos temas hablará esta tarde en Afundación de Ferrol (a las 19.00 horas, con reserva de plaza en Ataquilla.com), Manuel Isorna Folgar (Catoira, 1969), doctor en Psicología y profesor de la Universidad de Vigo. La charla, que también se podrá seguir a través de la web de Afundación, se enmarca dentro del ciclo Educación siglo XXI.

—La conferencia se titula «Adolescentes: familias confundidas». ¿Acaso están ahora los padres más perdidos que nunca?

—No sé si más que nunca, porque ya Sócrates decía que los jóvenes siempre estaban desafiando a la autoridad y cuestionando a los padres. Esto no algo nuevo. Lo que ocurre es que hoy en día los padres no entendemos bien los medios por los que les llega la información a nuestros hijos, porque todo lo relacionado con las redes sociales e Internet se nos escapa un poco de las manos. No lo entendemos nosotros ni tampoco los propios adolescentes. Ellos piensan que son libres a la hora de elegir, cuando es todo lo contrario, porque todos sabemos que los algoritmos están para algo, y evidentemente, si Google, Facebook y el señor Zuckerberg tienen ganancias multimillonarias es por algo. Nada es gratis, el propio valor eres tú. Así conocen tus debilidades y pueden sacar provecho de ellas.

—¿De qué manera?

—Por ejemplo, cuando las chicas buscan información en Internet sobre cómo perder peso o consejos de belleza, no se dan cuenta, pero a los pocos días empiezan a recibir mensajes encubiertos de que el tabaco adelgaza o de que existen determinados productos con los que pueden tener cuerpos maravillosos sin sacrificios ni esfuerzos. Eso contribuye a que aparezcan trastornos de conducta alimentaria y problemas de salud mental. Ni los padres ni los adolescentes lo saben, pero el señor Zuckerberg sí. Por eso los grandes gurús de Sillicon Valley llevan a sus hijos a colegios en los que no se trabaja con pantallas y no les dejan tener móvil.

—En su charla va a prestar especial atención a la salud mental de los adolescentes.

—Es un tema preocupante, porque la tasa de suicidios entre jóvenes ha aumentado muchísimo. En España hay casi 4.000 suicidios al año, y de ellos unos 300 son de jóvenes y adolescentes. Es difícil decir qué está pasando, porque es una mezcla de muchos factores. Pero lo que está claro es que la salud mental de un adolescente es muy frágil. Y si ese bienestar emocional depende de que me den o no un «like» o de que me den o no un «me gusta», imagínate lo que eso supone. Un estrés y una pérdida de control sobre el propio bienestar emocional muy grande. Los padres no se dan cuenta de los riesgos que supone que sus hijos estén mucho tiempo expuestos a las pantallas. Nadie parece darse cuenta, pero hay algo claro: a mayor tiempo delante de las pantallas, peor salud mental.

—Desengancharlos resulta muy difícil.

—Lo importante es evitarlo desde que son niños. Si desde pequeños le damos el móvil o el iPad para que no nos molesten y nos dejen tranquilos, estamos contribuyendo a crear una dependencia. Y eso va en aumento. El móvil, cuanto más tarde, mejor.

—¿El uso abusivo de las pantallas es diferente en los chicos y en las chicas?

—En la charla hablaré de todos estos temas desde la perspectiva de género, porque sí que hay diferencias. Las chicas dedican mucho más tiempo a las redes sociales, y los chicos, a los videojuegos, la pornografía y las apuestas «on line». Pero, ojo, también hay chicas que hacen esto último. Y cada vez son más.

—¿Y qué pasa con el consumo de drogas? ¿Ha cambiado en estos últimos años?

—Lo más preocupante es la edad de inicio, que cada vez es más temprana. Si en la generación de los que ahora tenemos entre 40 y 50 años, era a los 14 o 15, ahora está en los 13. Hoy en día ya hay chavales con esa edad que están embriagándose o con comas etílicos en los hospitales. Además, en nuestra época había una progresión. Se solía empezar con el tabaco, luego se pasaba al alcohol y más tarde al cannabis. Pero hoy en día esto cambió. Y en el mismo botellón los jóvenes ya lo tienen todo. Los padres tienen que darse cuenta que el consumo de porros y las borracheras no es algo baladí y les va a repercutir a lo largo de toda la vida.

—¿Los chavales no conocen los riesgos de fumar porros?

—Se da un fenómeno curioso y es que, debido a las fake news difundidas por la industria del cannabis, muchos tienen la idea de que fumar porros es terapéutico y menos perjudicial que el tabaco. Por eso empiezan a fumar hachís y marihuana, mezclándolo siempre con tabaco, pero muchas veces el cannabis les provoca alucinaciones, malos rollos, bajadas de tensión... Y entonces lo que hacen es ir bajando la proporción de cannabis, pero al final acaban haciéndose adictos a la nicotina, que es la droga que más mata en el mundo.

—El panorama que pinta es descorazonador. ¿Alguna receta para evitar todos esos problemas?

—En la charla hablaré sobre el modelo islandés y lo que han conseguido allí, incidiendo en algunas medidas. La primera es que tenemos que pasar mucho tiempo con nuestros hijos adolescentes. Eso de que lo importante es el tiempo de calidad no es verdad. Solo pasando tiempo con tu hijo podrás ganarte su confianza. La segunda medida es la reducción de la exposición a las pantallas; nunca se debe llevar el móvil a las comidas, que es un momento además en el que hay que evitar las discusiones y los reproches. La tercera es que los adolescentes tienen que hacer dos cosas sí o sí: ejercicio físico y actividades culturales. Y otra medida valiente que tomaron en Islandia fue la de retrasar la edad mínima para poder tomar alcohol a los 20 años, porque está comprobado que es una sustancia tóxica y muy dañina para el cerebro de los adolescentes. 

—Habla de la importancia de pasar más tiempo con los hijos, pero eso a veces resulta complicado con un adolescente. Para ellos lo más importante son tus amigos.

—Ya no podemos jugar con él, porque no es un niño, pero un adolescente puede ir hacer deporte contigo o disfrutar de un concierto juntos. No es un adulto pequeño ni tampoco un niño grande. Es un adolescente, está en el peor momento de su vida, tiene dudas de todo, y cuanto más tiempo pases con él, más seguridad y más momentos le proporcionarás para que te cuente sus dudas y te escuche. Cuando llegan a la adolescencia, los padres se convierten en una foto en blanco y negro, mientras que los amigos y el resto del mundo están en color. Pero bueno, a base de ver muchas fotos en blanco en negro, las acabarán valorando. Pero si tú no pasas tiempo con tu hijo, ese adolescente no te valorará ni te escuchará ni tú podrás saber lo que le pasa. Es una variable que tiene mucha importancia. En Islandia han comprobado que los adolescentes que pasan más tiempo con sus padres sufren menos bullying en los colegios, consumen menos drogas y tienen mejor salud mental.