Juan Vidal: «Hace 30 años dejé un trabajo por una sustitución corta en el colegio y aquí sigo»

Bea Abelairas
Bea abelairas FERROL / LA VOZ

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Juan Vidal, director de Compañía de María
Juan Vidal, director de Compañía de María CESAR TOIMIL

El responsable del centro que pone banda sonora escolar a las mañanas laborables del Callao: «Mi tiempo libre lo dedico a la magia y a fotografiar el cielo»

19 dic 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Treinta generaciones de alumnos de Compañía de María se han sentado en una clase de matemáticas de Juan Vidal o han terminado en su despacho después de una trastada. Llegó al centro hace tres décadas y hace dos que es el director. Una autoridad, como se intuye por su afabilidad y él mismo confiesa, que nunca se impone con miedo: «Yo intento escuchar mucho a la gente, porque normalmente cuando los niños tienen problemas o se portan mal a veces solo con escucharlos se puede solucionar y se les puede ayudar, yo creo mucho en el buen efecto que causa que cada día le preguntes a un niño ‘¿Cómo te va?’», cuenta un viernes por la tarde, recién salido de un colegio al que pide regresar para retratarse ante la puerta.

Juan está tan unido al centro escolar del Callao que se emociona y le saltan las lágrimas cuando cuenta cómo fueron sus inicios: «Yo estaba trabajando en Josbe en algo relacionado con la fotografía, que es algo que me gustaba y me sigue gustando, me iban a hacer encargado, pero entonces llegó un profesor que tuve en el Tirso, Alejandro Dorrío, y me dijo que buscaban un maestro para una sustitución corta de una maternidad en Compañía de María», cuenta con lágrimas en los ojos recordando a su mentor. «Me arriesgué: hace 30 años dejé un trabajo estable por una sustitución corta y aquí sigo», confiesa con alegría. Reconoce que los niños han cambiado, pero no hay ni un atisbo del cansancio que transmiten otros docentes sobre su día a día. «Es cierto que hace años eras un poco el rey en la clase, con casi nada captabas la atención de todos, y que ahora eso cuesta mucho más, pero me sigue ilusionando cada inicio de curso», explica un maestro de 60 años que todavía no piensa en jubilarse.

Siente que una de las peores herencias de la pandemia es ver media cara a sus alumnos: «Con las mascarillas no sabes qué expresión tienen: si han entendido las cosas, si están tristes, solo nos vemos los ojos —dice—. Yo creo que todo esto nos ha convertido en un poco más egoístas, pero no pierdo la esperanza, porque cuando se convoca algo solidario todo el mundo responde más que antes».

Juan pasa muchas horas en el colegio, su otra casa: «Es una profesión muy absorbente, pero tengo la suerte de tener un buen equipo en el cole y en casa a Mari, mi mujer, que siempre me ha ayudado mucho, nos conocimos en Josbe». La foto familiar la completan su hija, sus dos nietas, y su hijo Juan, que sigue escuchando la música que su padre le ponía en el coche: una banda sonora en la que suenan Los Secretos, La Guardia o Aute.

Es uno de esos ferrolanos que se entristece cuando hacen de menos a una ciudad a la que solo le encuentra el pero de la crisis. «Paso muchas horas en el colegio, pero cuando salgo me encanta la magia y formo parte del Colectivo Máxico de Ferrol, me gusta desde pequeño cuando mi abuelo Marcelino me enseñó el primer truco, con los años recuerdo que Juan Tamariz sacó una colección que estudié y hasta fui a una masterclass que dio», explica entusiasmado sobre una actividad que de vez en cuando le sube a los escenarios y para la que prepara una sorpresa. Juan lleva la magia a las clases de vez en cuando, pero sobre todo le mueven las ganas de conocer cómo son los engranajes del mundo: de los aparatos al mapa que cada día ve cuando alza la cabeza. «Yo miro todos los días al cielo y le hago fotos, en casa ya caigo un poco pesado, pero tengo un telescopio en casa de mi padre», cuenta un maestro vocacional que sigue encandilando a pequeños y mayores con sus pausadas explicaciones.

«Me encanta la magia desde que mi abuelo Marcelino me enseñó el primer truco siendo niño y por eso hace años ya que formo parte del Colectivo Máxico de Ferrol y sigo ideando números»