«En 1995 no había ningún fármaco para la esclerosis múltiple y hoy tenemos más de quince»

beatriz antón FERROL / LA VOZ

FERROL

El neurólogo Miguel Ángel Llaneza trabaja en el CHUF desde hace 17 años
El neurólogo Miguel Ángel Llaneza trabaja en el CHUF desde hace 17 años JOSÉ PARDO

El especialista explica que muchos pacientes rechazan los medicamentos, pero insiste en que «tratarse es fundamental, y cuanto antes, mejor»

18 dic 2021 . Actualizado a las 10:37 h.

Este sábado, 18 de diciembre, se conmemora el Día Nacional de la Esclerosis Múltiple, una enfermedad inflamatoria y degenerativa del sistema nervioso central para la que todavía no existe cura, pero si nuevos fármacos que mejoran sustancialmente la calidad de vida de los pacientes. En la importancia de usarlos, «y cuanto más pronto mejor», incide una y otra vez Miguel Ángel Llaneza, neurólogo del Complejo Hospitalario Universitario de Ferrol (CHUF) y coordinador del Grupo de Estudio de Enfermedades Desmielinizantes de la Sociedad Española de Neurología.

—Ahora que el foco está puesto en el covid, ¿para qué debería servir la celebración del Día Nacional de la Esclerosis Múltiple?

—Pues sobre todo para visibilizar una enfermedad que hasta hace unos años se consideraba una dolencia rara, poco frecuente, pero que ahora sabemos que no es así. La esclerosis múltiple es una enfermedad que tiene una prevalencia en nuestro país de unos 120 casos por cada 100.000 habitantes. En este momento en España hay unos 55.000 pacientes. Y un dato importante es que son pacientes jóvenes, en los que la enfermedad comienza alrededor de los 20, 30 o 40 años, que con el tiempo pueden desarrollar discapacidad y enfrentarse a problemas para desarrollar su vida laboral, social o familiar. Actualmente, la esclerosis múltiple es la primera causa de discapacidad de origen neurológico no traumático.

—Además, tiene perfil femenino. ¿Se sabe por qué?

—Es cierto que es una enfermedad típicamente femenina: de cada cuatro casos, tres se dan en mujeres. Las causas no están claras, pero, por lo general, las enfermedades autoinmunes son más frecuentes en mujeres que en hombres. Parece que pudiera tener una cierta influencia el perfil hormonal femenino, y de hecho, hay más casos de mujeres que en hombres a partir de la pubertad. En las formas infantiles de esclerosis múltiple, que también existen, el número de casos es prácticamente el mismo en los dos sexos.

—A la esclerosis múltiple se le llama «la enfermedad de las mil caras». ¿Puede explicar por qué?

—Se le llama así porque los síntomas son muy variados. Teniendo en cuenta que puede afectar a cualquier parte del sistema nervioso central —es decir, del cerebro, del cerebelo, de la medula espinal, del nervio óptico—, la enfermedad puede cursar con visión doble o visión borrosa, pérdida del equilibrio, alteración del control de los esfínteres, dificultades para caminar o para coordinar movimientos, alteraciones de la fuerza en las extremidades...

—¿Dificulta eso el diagnóstico?

—A veces, lo retrasa, porque son síntomas de los que a veces no se sospecha que tengan relación con el sistema nervioso central. Si alguien ve doble o tiene visión borrosa, donde va a acudir primero es al oftalmólogo. O si alguien tiene un vértigo, seguramente irá al otorrino porque lo relaciona con el oído. Como hay síntomas que se pueden deber a otras causas, a veces se retrasa el diagnóstico. Eso sí, cuando esos especialistas descartan que son problemas relacionados con sus campos y nos los derivan a Neurología, el tiempo de diagnóstico es muy corto. Con el uso rutinario de la resonancia y de otras técnicas, casi en el mismo momento que nos consultan por el primer síntoma ya podemos hacer el diagnóstico de forma inmediata.

—¿Qué mensaje se le transmite actualmente a un paciente cuando se le diagnostica la enfermedad?

—La evolución es muy variable, así que, cuando diagnosticamos la enfermedad, no podemos predecir con claridad lo que va a pasar. Puede haber factores que nos hagan sospechar que el paciente va a tener una evolución buena, o por el contrario, más tórpida, pero son factores de sospecha que se pueden aplicar a grandes poblaciones pero que resulta difícil aplicar a cada caso individual. Es verdad que es una enfermedad que tiene mala prensa: el paciente siempre piensa que de forma rápida va a tener problemas para caminar, que va a necesitar muletas o que terminará en una silla de ruedas. Pero hoy, afortunadamente, lo que les transmitimos a los pacientes es que en los últimos 25 años la historia de la enfermedad ha cambiado muchísimo gracias al desarrollo de nuevos medicamentos. En 1995 no teníamos ningún fármaco específico para la esclerosis múltiple y hoy tenemos más de quince. En ningún otro campo de la neurología ha habido un desarrollo del arsenal terapéutico tan grande. Y yo siempre digo que en esta enfermedad es muy importante tratarse, y cuanto antes, mejor. Todo lo que nosotros consigamos para parar la enfermedad en su estado inicial luego lo vamos a ganar en el futuro.

—Insiste mucho en la necesidad de tratarse. ¿Es que hay pacientes que rechazan los fármacos?

—Aunque parezca sorprendente, hay pacientes que no quieren tratarse porque se encuentran bien, o tuvieron un brote y se recuperaron sin escuelas... y en ese momento, dicen, bueno, ¿y para qué me voy a tratar? Otros tienen miedo a los efectos secundarios.... Nuestra labor es convencerles y demostrarles con datos y estudios que el conjunto de pacientes tratados siempre obtienen mejores resultados que los que no reciben tratamiento. Puede haber casos excepcionales, pero a nivel general es así.