Y este camino que lleva, desde el mar de Ferrol, a Compostela...

Ramón Loureiro Calvo
Ramón Loureiro CAFÉ SOLO

FERROL

05 dic 2021 . Actualizado a las 10:07 h.

Una vez más, y como tantas veces ha hecho a lo largo de los siglos, el Camino de Santiago ha vuelto a demostrar, con la fuerza de un milagro que no cesa, su capacidad para revivir frente a todas las adversidades. «Os camiños dan as xentes», decía Cunqueiro, y pocas cosas hay tan ciertas. Segundo Leonardo Pérez López, el teólogo que estuvo, como deán, al frente del cabildo compostelano mientras la catedral (Otero Pedrayo hablaba de una «oración de pedra que se eleva ao ceo») era restaurada íntegramente para que volviese a resplandecer de nuevo, y que hoy, además de dar noticia de la Tumba del Apóstol al mundo enero, dirige la Casa del Peregrino, cree que el 2022, un año también Xacobeo, será el de mayor número de peregrinos de toda la historia. «Agora mesmo, en pleno inverno, xa hai días nos que chegan máis de cincocentos peregrinos a Santiago», dice Segundo, que es investigador del Archivo Secreto Vaticano y catedrático de la Universidad Pontificia, pero que a pesar del paso de los años sigue contemplando la Tumba del Apóstol con la misma emoción del primer día: con la limpia mirada de quien se conmueve, desde niño, en presencia de ese Santiago que fue amigo de Jesús y que decidió caminar junto a Él eternamente. Fernando García Cadiñanos, el nuevo obispo de Mondoñedo-Ferrol, un prelado joven, de inquebrantable sonrisa y muy amigo de escuchar a todos —que nada más llegar a la vieja diócesis de la Galicia do Norte ha alzado la voz en defensa de quienes nada tienen y que ha sabido tender puentes tanto con creyentes como con quienes no lo son, para que nadie se sienta solo jamás en estos difíciles tiempos de hierro—, se ha encontrado, viniendo de su Burgos natal, con lo que el fenómeno xacobeo representa para Galicia. Y se ha sumado a él con el espíritu abierto de quien sabe que está ante un regalo del Cielo. «Nuestra diócesis tiene la suerte de estar atravesada por el Camino Inglés y por el Camino del Norte», dice el obispo, que habla, también conmovido, del río de peregrinos que «atraviesa nuestros pueblos, aldeas y ciudades» enriqueciendo el alma de un país entero. «Ofrecemos lo que somos: nuestras raíces, nuestra espiritualidad...», dice García Cadiñanos. «Y nos enriquecemos —añade— con las culturas de otras latitudes, que nos recuerdan que la vida es un camino que se abre». Sentir pasar, por Escandoi, a los peregrinos que se dirigen a Santiago a través de esta Última Bretaña nuestra —los que comienzan a andar frente al mar de Ferrol, donde Europa comienza—, me hace muy feliz, porque en sus pasos veo el reflejo, aquí en la tierra, del Río Blanco del Firmamento. Nunca he albergado ni la más mínima duda de que en la catedral compostelana está Noso Señor Santiago. Y lo que yo piense carece de importancia, por supuesto. Pero me gustaría subrayar que Europa nació peregrinando, como decía Goethe, y que Galicia, sin el Camino (sin todos los Caminos Xacobeos) no sería este maravilloso reino de los mil ríos hecho de poesía y de sueños. Un reino que recibe con los brazos abiertos a todos cuantos llegan. Ojalá venga, también, el Papa. A ver si hay suerte.