La solución viaria para la glorieta de Ferrol donde perdieron la vida tres personas

Carmela López
carmela lópez FERROL / LA VOZ

FERROL

Imagen de archivo de uno de los numerosos accidentes en la rotonda.
Imagen de archivo de uno de los numerosos accidentes en la rotonda. ANGEL MANSO

Desde que en abril del 2019 se realizaron cambios en la señalización de la salida de la AG-64 no se registraron más accidentes que revistiesen gravedad

17 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La instalación de una chicane, nombre con el que se denominan los dispositivos en la vía pública para reducir la velocidad de los vehículos, ha logrado que la glorieta de Ferrol en la que perdieron la vida más personas y en la que muchos accidentados resultaron con lesiones graves, dejase de ser un punto negro del tráfico. Y las familias que tienen sus viviendas al borde de la misma también han ganado en tranquilidad, sin los sobresaltos que estuvieron sufriendo a lo largo de años porque los vehículos que se salían de la vía iban a parar casi siempre a las murallas de cierre de sus fincas.

El que hasta abril del 2019 estaba considerado como el punto con más accidentes graves de tráfico en la zona corresponde al entronque de la autovía AG-64, Ferrol-Vilalba con la rotonda de Catabois. La mayor siniestralidad se había registrado el año anterior, con dos fallecidos en sendos accidentes de tráfico con una diferencia temporal de solo un mes y medio. El primero de ellos se produjo el 23 de septiembre del 2018, cuando un vehículo que salía de la autovía se adentró en la glorieta y acabó empotrado en el monolito de piedra ubicado en el centro. El coche se incendió y el conductor, cuya identidad correspondía a las iniciales J.L.C., murió calcinado.

El 12 de noviembre de ese mismo año, otro turismo atravesó la rotonda y acabó incrustado en el muro de cierre de la finca de una casa. El conductor resultó con lesiones de carácter leve, pero la mujer que lo acompañaba en el asiento del copiloto, M.E.S.L., de 74 años, falleció cinco horas después en la uci del Complejo Hospitalario Universitario de Ferrol.

Cuatro años antes, otra persona había perdido la vida en esa misma rotonda, en la que también se produjeron otros accidentes con resultado de heridos de carácter grave. El último, que ya hacía el número tres del año 2019, se registró el 7 de marzo cuando un coche cruzó la glorieta de madrugada y acabó empotrado en el portal de una vivienda.

A raíz de los dos últimos siniestros mortales en la glorieta de Catabois, el Destacamento de Tráfico de la Guardia Civil de Ferrol planteó a la Axencia Galega de Infraestructuras la conveniencia de habilitar una chicane en el tramo final de la AG-64. Y así se hizo en abril del 2019 y desde entonces ya no volvió a haber accidentes.

La intervención consistió en la instalación de una nueva señalización horizontal que inhabilita uno de los dos carriles de circulación y en la colocación de bolardos. De este modo, los vehículos que circulan por el carril de la izquierda tienen que incorporarse al de la derecha siguiendo la indicación de las flechas pintadas en la calzada, que se reforzó con pivotes fijos en el suelo. De este modo se trataba de conseguir que los conductores vayan reduciendo la velocidad paulatinamente, evitando así la irrupción brusca en la glorieta desde la autovía.

Fuentes de la Guardia Civil de Tráfico manifestaron a este periódico que los cambios resultaron exitosos, porque desde que se instaló la chicane no volvió a haber accidentes en ese punto.

Por su parte, los vecinos de la zona, que eran los primeros en enterarse de las salidas de vía, también confirmaron ese extremo. «Antes no podíamos dormir a pierna suelta, porque fueron muchas noches de sobresaltos», apunta Enrique Pantín, al tiempo que muestra las «secuelas» de una de las numerosas colisiones de vehículos contra el muro de cierre de su finca, que presenta un gran boquete. Y es que las compañías de seguros no se ponen de acuerdo, por lo que el litigio sigue en el juzgado, y el afectado a la espera de que le reparen los daños.

Mercedes Santalla vive en el chalé de al lado, igualmente rodeado de un muro y que también recibió varios impactos de vehículos que atravesaron la rotonda. Tiene dos hijos pequeños, a los que antes no dejaban jugar dentro de su propia finca, porque siempre tenían miedo a un nuevo accidente, y manifiesta que ahora están mucho más tranquilos y que poco a poco ya fueron permitiendo a los niños que disfruten de la zona ajardinada de su vivienda.