Las pruebas de ADN confirmaron que el cadáver casi momificado que fue descubierto el pasado 20 de septiembre en un piso de la carretera de Castilla, a la altura del Inferniño, era el del morador de la vivienda. Se trataba de un hombre de 57 años que estaba divorciado y vivía solo. Por el estado que presentaba su cuerpo, se estima que podría llevar muerto varias semanas o incluso meses.
El hallazgo se produjo a raíz de que los vecinos alertasen de que llevaban tiempo sin verlo y por el mal olor que salía de la vivienda, ubicada en un octavo piso. Fue necesaria la intervención de los bomberos para franquear la puerta y también participaron agentes de la Policía Local y la Policía Nacional, y el juzgado autorizó el levantamiento del cadáver, que no presentaba signos de violencia. Todo hacía pensar que se trataba del morador de esa vivienda, pero fue necesario realizar las oportunas pruebas de ADN para confirmar su identidad.
A lo largo de estos casi treinta días, el cadáver permaneció depositado en las cámaras del tanatorio de Caranza. La familia ya había anunciado que se haría cargo del sepelio y así, tras conocerse esta semana el resultado de las pruebas, el hombre fue enterrado el pasado jueves en una sepultura del cementerio municipal de Catabois.