Envidiable Paisaje de la Luz

José Picado DE GUARISNAIS

FERROL

08 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Otros escritores lo intentaron antes pero fue Jorge Luis Borges quien asentó definitivamente el concepto de envidiable. Los españoles para decir que algo es bueno dicen que es envidiable. En esto, como en casi todo (aunque no pronosticó demasiado bien el futuro de la siesta, por ejemplo) Borges sentó cátedra. El Paisaje de la Luz, ahora reconocido patrimonio mundial, es envidiable.

Lo son sus bienes, lo fue la gestión de la candidatura ante la UNESCO y lo serán las garantías tomadas para su conservación y disfrute de cualquier ciudadano del mundo. Aquello que comenzó como un proyecto que giraba alrededor del Paseo del Prado y el Parque del Retiro se convirtió en una potente filosofía condensada en el llamado Manifiesto de la Luz. De él extraigo su idea central: “Conscientes de la importancia de su carácter único y excepcional, se comprometen a preservar sus valores, contando con la participación de la ciudadanía, para que esta luz del pasado y presente sea, ahora más que nunca, una luz de futuro”.

Lo asume, firma y rubrica, el Consejo Cívico y Social, órgano tutor compuesto por todas las instituciones implicadas, léase archivos, academias, ministerios, Ateneo, bibliotecas, reales fábricas, empresarios, centros culturales, ayuntamientos, reales sociedades, gremios, parroquias, institutos…en una larga lista de la que merece destacarse la presencia del Museo Naval de Madrid y el Ministerio de Defensa.

Queda protegida la larga vida del Paseo del Prado, primer paseo arbolado de Europa y primero del mundo de uso público. Prototipo de las alamedas urbanas desde el siglo XVI y modelo que se extendió por España y América, quien sabe si fue el origen de la alameda del Cantón, la primera de Galicia y de las primeras del noroeste español. Y la del Retiro, el Jardín Botánico, el Observatorio astronómico, los Museos del Prado, Thyssen y Reina Sofia, la Biblioteca Nacional, las fuentes de Cibeles, Apolo y Neptuno, el Palacio de Cristal, la Real Academia, el Museo de Artes Decorativas, el propio Museo Naval, y así hasta 90 monumentos algunos perfilados hace 500 años pero, su gran mayoría, levantados en el Siglo de la Luz -especialmente impulsado por Carlos III-, algo también propio de nuestro Ferrol desnortado incapaz de avanzar en su propia candidatura a convertirse en patrimonio de todos.

En mi próximo cafelito en el Gijón, en los Recoletos del Madrid de los cronistas, aprovecharé para conocer la opinión de personajes como Larra, Galdós, Gómez de la Serna y el mismísimo Umbral sobre la reconversión de su Madrid de paseo, tertulia y mazo de cuartillas en un privilegiado lugar de paisajes, naturaleza, artes y ciencias. La Ilustración está más viva que nunca en el envidiable Paisaje de la Luz.