La tercera generación de la familia Varela se pone al mando de la confitería París

Carla Elías Martínez
Carla Elías FERROL / LA VOZ

FERROL

Dos generaciones de la confitería París
Dos generaciones de la confitería París JOSE PARDO

César asume un negocio que fundó su abuelo Eulogio hace más de ocho décadas

06 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Seguro que alguna vez ha probado los riquísimos cruasanes de la Confitería París, ha desayunado el día de Reyes con alguno de sus famosos roscones, para los que año tras año hay cola para recogerlos, o ha probado alguno de los dulces típicos de Carnaval. En la popular confitería ferrolana están de celebración. El establecimiento que fundó Eulogio Varela allá por el año 1936 pasa a manos de su nieto, 85 años más tarde.

César Varela se convierte en la tercera generación al frente del negocio. Lleva diez años trabajando en la confitería y desde el pasado martes, con la jubilación de sus padres, está él al frente. «Ha sido un día normal, solo seguimos lo que se estaba haciendo hasta ahora», comenta. La confitería la fundó su abuelo Eulogio Varela en la calle Dolores, pero dos manzanas más abajo. Trabajó en ella su abuela Carmen Menéndez. «El primer local era calle Dolores 43 y luego nos trasladamos. Murió mi abuelo y se quedaron mis padres con ella», recuerda César. Cuenta con un obrador en Caranza, que abrieron hace una década, como local secundario al despacho de la calle Dolores. Su padre, también Eulogio, se puso al frente de ella con 29 años. Y, de nuevo, también su mujer, Fina -la madre de César- se involucró en el negocio familiar. «Estoy muy satisfecho de que sea la tercera generación la que va a llevar el negocio. Estamos preparados para el relevo», reconoce Eulogio. Recuerda cómo fueron los inicios, no muy diferentes a la situación actual. «Realmente seguimos trabajando muy artesanalmente todo. No hay una maquinaria muy diferente ni novedosa. Seguimos con batidora, horno, frigorífico y poco más», comenta el padre.

César busca compaginar toda esta tradición familiar con nuevas tendencias. «Los cruasanes de París es lo que más fama tiene. Pero desde hace un año, a raíz de la pandemia, empezamos a hacer tartas diferentes, además de las tradicionales, tartas más elaboradas y personalizadas, para reinventarnos, y nos ha ido mucho mejor», comenta César. Se ha involucrado en el proceso de modernización del negocio lanzándolo a las redes sociales con la apertura de un perfil en Instagram. «También con la pandemia abrí el Instagram y nos dio mucho bombo», comenta.

Reconoce que le gustaría seguir en esta línea de aunar la tradición familiar con estas nuevas ideas. «Mi idea es continuar con todo lo que nos funciona y va bien e ir incorporando cosas nuevas. Ya tenemos una clientela fidelizada y a mayores nos vamos renovando», incide César.

Ahora sus padres aprovecharán esta nueva etapa para descansar y, una vez que pase la pandemia del coronavirus, hacer todos esos planes para los que no han tenido tiempo. «Ahora quiero descansar. Tengo mucho que leer y quiero estar relajado», bromea Eulogio. Fina reconoce estar algo «nerviosa». Destaca el cariño de la gente como los mejores recuerdos que se lleva. «En carnavales hacía torrijas, freixós, orejas... y la gente siempre quedaba encantadísima y me decía que como mis torrijas no hay ninguna. Que te alabe la gente es maravilloso», agradece.

¿Cuál es el secreto para que un negocio sobreviva ocho décadas? «Hay que saber adaptarse, hacer muchos sacrificios, algunas veces va mejor y otras peor, pero hay que ser constante», explica Eulogio. Eso sí, destaca que detrás hay mucho esfuerzo. ««El trabajo aquí es de muchas horas, desde las cinco de la mañana, todo el día. Si no es el obrador es el despacho, es un horario muy grande, festivos incluidos... Por eso es muy difícil durar. Es muy sacrificado», reconoce. Pero, «el seguir haciendo de manera artesanal» todos los productos, con todo natural y sin nada «prehecho» es lo que se nota en el resultado final y lo que da la fama a todas sus creaciones.