San Sadurniño ofrece rutas por distintas parroquias, como la del río Aceiteiro, desde la plaza do Concello hacia la capela de Belén, y desde ahí, por Agra, hasta un pequeño puente, donde arranca el sendero. La subida al pico de Ferreira, desde la iglesia de San Paio, es otra propuesta, como la del pozo de Lamas (en Igrexafeita), dos kilómetros de dificultad alta que transcurren a través de bosque atlántico.
Una tirada larga, forestal y bien balizada, invita a pisar monte en As Pontes, desde el parque municipal de A Fraga en una ruta circular, con dos variantes. La corta, de unos 20 kilómetros, discurre paralela al río Eume hasta el pantano de A Ribeira; pasa por el campamento de Vilarbó y sube A Fraga do Lostegal, en cuyo alto bifurca hacia la ruta más larga, de unos 30 kilómetros. Se encuentran de nuevo en A Carballeira, antes de una bajada vertiginosa hacia A Cuíña, para coincidir de nuevo en el cauce del Eume.
De vuelta a la costa, la senda Ártabra permite recorrer varios kilómetros en diferentes municipios. Con inicio en la playa ferrolana de Ponzos, las variantes elevan las rutas desde el nivel del mar hasta el alto usado en parapente. El tramo naronés descubre sus tres calas (Casal, Hortiña y Lopesa) y el de Valdoviño pone fin en Campelo.
De leyendas y fortalezas a los privilegiados balcones naturales
Narón atesora la leyenda de una enigmática doncella que se transforma durante la noche del solsticio de verano. Ocurre en Pena Molexa, una roca gigantesca que se puede visitar en la parroquia de O Val. Es uno de los rincones naturales más mágicos del municipio, aunque sin salir de sus límites se encuentran otros tan majestuosos como el monte dos Nenos, en Sedes, donde se conservan los vestigios más antiguos del ayuntamiento, con más de 3.000 años de historia.
Historia más reciente, pero no menos espectacular, es la que se puede descubrir en el ayuntamiento Ares. Entre las muchas rutas y rincones con encanto, las baterías militares de Sudova, Coitelada y Segaño constituyen un balcón privilegiado con vistas hacia el mar y a la ría de Ferrol. Además, de los vientos de la noche del 22 de noviembre del 2019 surgió un nuevo mirador en la villa aresana. Aquella madrugada de temporal, el buque quimiquero Blue Star encalló en los islotes de As Mirandas. La infraestructura construida para llevar a cabo las tareas de reflote se ha convertido en una atalaya desde la que contemplar la belleza de la zona.
Y si Ares vigila el mar desde los antiguos puestos militares, Mugardos hace lo propio en la bocana de la ría. La fortaleza de La Palma flanquea el paso por entrecastillos en cuya ensenada también flota una suerte de leyenda en torno a una piedra de buenas y redondeadas dimensiones. En bajamar, la roca conocida como «O cu da raíña» vela sobre las aguas y recuerda que, según la tradición, las posaderas reales de Mariana de Neoburgo -esposa de Carlos II- fueron a dar contra la peña después de que su barco embarrancase a causa de una fuerte borrasca en 1690. Tradición también guarda el casco de Neda. En una de sus iglesias, la de Santa María, hay una gran talla gótica, inglesa, de estilo Tudor, que salvó de las llamas anglicanas el capitán John Tudor. Un cristiano que arribó en la costa local, como otros tantos que se aventuraban al Camino Inglés, cuyo trazado atraviesa Fene.