De las aulas del colegio Cristo Rey a las páginas de un «best seller» educativo

beatriz antón FERROL / LA VOZ

FERROL

CESAR TOIMIL

Un proyecto de la profesora Teresa Caramés ha sido incluido en el libro «Escuela y familia: misión posible», de Edelvives, que ya está agotado en Amazon

10 nov 2020 . Actualizado a las 11:03 h.

La profesora ferrolana Teresa Caramés lleva más de tres décadas ejerciendo la docencia, pero hace doce años asistió a una conferencia de la prestigiosa pedagoga Montserrat del Pozo que le hizo cambiar por completo su manera de trabajar en el aula. Aquella charla le abrió los ojos y le hizo ver que el aprendizaje «no es posible sin pasión, emoción o diversión». Y fue entonces cuando la docente decidió abandonar las clases magistrales para poner en marcha nuevas metodologías educativas basadas en el trabajo cooperativo, los proyectos o las inteligencias múltiples.

Aquel cambio de rumbo en su modus operandi no solo le valió a Caramés el aplauso de sus alumnos, sino también reconocimientos como su nominación a los Premios Educa Abanca al Mejor Docente de España en el 2017. Y ahora, además, la inclusión de uno de sus proyectos en el libro Escuela y Familia: misión posible. 27 maneras de implicar a las familias educativamente, editado por Edelvives y que ya se ha agotado en Amazon.

Tal y como se intuye en su título, la obra -coordinada por Francesc Vicent Nogales, nominado a los Global Teacher Prize del 2020- ofrece un total de 27 propuestas de profesores de Primaria, Infantil y Secundaria de España y Latinoamérica para involucrar a las familias en la enseñanza de sus hijos. Y una de esas «recetas» mágicas es la que firma Teresa Caramés, quien subraya que nunca la podría haber hecho realidad sin la ayuda de sus alumnos de tercero de la ESO (hoy ya en cuarto), con quienes puso en marcha el proyecto el curso pasado.

¿En qué consistió su propuesta? Pues ni más ni menos que enseñar a los chavales conceptos de las asignaturas de matemáticas (sobre todo, geometría) y plástica a través de un trabajo en el que ellos tuvieron que diseñar y crear un producto denominado «Familia» -con su envase, sus etiquetas y su propio empaquetado-, mientras que sus familiares asumieron el rol de «asesores».

El proyecto, que se desarrolló entre febrero y junio del 2020 (casi totalmente de forma virtual, debido a la pandemia), obligó a los alumnos a investigar sobre poliedros, polígonos y otros cuerpos geométricos para diseñar los envases del producto, pero también a trabajar conceptos de plástica para diseñar las etiquetas y el empaquetado, además de hacerles reflexionar sobre la importancia y significado que para cada uno de ellos tiene su familia. «De lo que se trataba era de tratar a la familia como si fuese un producto alimenticio, y por eso, las etiquetas debían contener los elementos típicos de esos productos. Se dieron casos muy curiosos, como el de algún alumno que en alérgenos puso ‘falta de paciencia', o de otro que, como recomendación de uso, indicó que había que ‘llevarlo siempre cerca del corazón'», explica Caramés.

Debate en Teams

Además, el proyecto incluyó un debate a través de Teams sobre un tema controvertido -¿Los hijos pertenecen o no a los padres?, al hilo del pin parental defendido por Vox- o una investigación sobre los diferentes tipos de familias. «El trabajo también incluía la grabación del momento en el que los padres desempaquetaban el producto, pero esta parte final ya no la pudimos llevar a cabo, porque todo se retrasó por la pandemia», explica Caramés, quien este curso planea volver a repetir el proyecto con los nuevos alumnos de tercero de la ESO de Cristo Rey.

En opinión de esta docente, la implicación de las familias resulta crucial en el aprendizaje de los hijos, pero piensa que falla la forma en la que habitualmente se lleva a cabo. «Ayudarlos con los deberes convencionales no funciona, porque estas tareas son vistas como algo obligatorio y casi siempre resultan pesadas y aburridas. Hay que pensar en actividades nuevas, que resulten atractivas y motivadoras tanto para los alumnos como para la familia. Si le dices a un niño que lea no te va a hacer caso, pero tal vez si creas un rincón mágico para ese momento y leéis juntos ese libro de manera divertida, al final le acabará gustando, y puede que hasta lo vea como un premio y no como una obligación», apunta Caramés.

EN CORTO

Beneficios. Todos los beneficios por la venta del libro se destinarán a la oenegé de ayuda a la infancia Oasis.

El Proyecto. El proyecto de Caramés que incluye el libro lleva por título Familia: producto originario de cualquier parte del mundo.

Profesión. Aunque estudió Ingeniería Técnica Naval e Ingeniería Marítima, Caramés ejerce la docencia «de corazón» desde hace 33 años en el colegio Cristo Rey, donde imparte las asignaturas de matemáticas y plástica en la ESO. También es asesora de la Fundación Indaga (TDAH).